A 29 días que se despida el 2021.
Se aprestan clubes de servicio e instituciones para llenar vacíos.
Exclamar feliz navidad pero no con los dientes apretados.
Por: Alfredo González González
29 días y el movimiento de traslación habrá hecho orbitar 365 días al hogar común de este planeta azul. 2021 se habrá llevado satisfacciones, tristezas, sobre todo aquellas que no conocen o no han conocido a Santa Claus, personaje mítico para engordar carteras y convertirlo en un factor de consumo.
Con suerte, y “Santa” nos deje algún obsequio. Sin embargo la experiencia de los hoy viejos y ayer infantes comprendieron que el viejecito de las barbas blancas está catalogado como antidemocrático porque a unos si les toca a otros no. Pregunta que habrán de contestarse en la adolescencia cuando vea que las hornillas no humean porque sencillamente hay días y los seguirá habiendo como llevarse el pan a la boca. Pero no hay que desmayar. Una razón tendrá el hijo de Dios y Dios mismo para mantenernos de pie. Para seguir amasando la arcilla y poner a prueba nuestra resistencia. Los caminos de Dios, se dice son misteriosos.
Nicolás de Bari existió, nació en Turquía, después se fue a un lugar llamado Mira donde fue ordenado arzobispo y después los marinos lo nombraron santo patrono porque en una noche de tempestad apareció en las aguas y los salvo. Se rompió el halo de la divinidad cuando lo exportaron a Inglaterra como Papa Noel o sencillamente San Nicolás, de ahí vino al continente como Santa Claus o sencillamente Santa para los íntimos y ahí nace la leyenda de que vive en el Polo Norte y durante el fin de año se la pasa llevando regalos a niños desde el 24 de diciembre hasta el 25.
Pero no queremos ser aguafiestas, no destinemos amarguras sino que tendremos fe en que solo el símbolo del nacimiento de Jesús cada año es un mensaje de esperanza, fe, destechar los lazos de la fraternidad y al menos seguir las huellas de su humanismo, de su humildad que dejo una lección suprema de respeto a la dignidad y condición humana.
Jesús fue un hombre sencillo, escribió el oficio de su padre espiritual José el Carpintero, su linaje maternal procedería de la estirpe de David y quien le bautizo fue Juan el bautista, primo hermano de él.
A los 12 años asombro a los jueces del templo cuando hablaba de las leyes de Moisés, a los 30 se revelo contra los paniaguados de Caifás que exigían el cumplimiento de las leyes de Moisés pero sin cumplirlas ellos. Las obras y milagros que le adjudican están registrados en la historia de biblia lo que le hizo merecedor de muchos seguidores, que celo a los mangoneadores tradicionales que permitían la presencia de las legiones romanas y les obligaban a pagar impuestos a Cesar Augusto. Sobrevino la intriga y la conspiración y no faltó el traidor que dejo algún cromosoma porque el todavía pululan por ahí que por ganarse las 30 monedas de plata son capaces de pasar por encima de los lomos de sus dulces abuelas.