ECO PENINSULAR
• La anécdota de una situación.
• No se demerita a nadie, sino son hechos ocurridos.
Alfredo González González.
La anécdota es un relato con ciertas convergencias homogéneas. Pueden ser con tintes dramáticos, históricos, de sonrisas, tragedias o aventuras, etc. Pero los más aceptados son los que están apegados a la realidad de los hechos, es lo que pudiera dar veracidad a lo anecdótico.
Les platicaré que al dejar el poder el Lic. Ángel Cesar Mendoza Aramburo, en los últimos minutos entró a su despacho para recoger algunos objetos personales y se sentó en lo que había sido su silla durante 6 años de 1975 a 1981.
Tomó una hoja de papel, abrió la estilográfica y escuetamente escribió: ¡Suerte hermano! En palabras escuetas se manejaba todo deseo positivo porque Alberto Alvarado recibía, todo un paquete del hombre que se había ganado el corazón de los sudcalifornianos.
La clara inteligencia de Ángel, lo pusimos aparte en el recado que deja a su sucesor, cuando deja escrito: Acuérdate de que el que empata pierde.
Claro esto sería para el beneficio de los sudcalifornianos. Alberto se esforzó y entró con todo su vigor programó, trazó y ejecutó el plan hidráulico estatal, conocedor de las limitantes del agua en la entidad. Agustín Arriola Martínez en 1920 había sido el primero que repartió tierras y organizó los distritos de riego y su primer acto fue en Todos Santos.
Los dos, sin demeritar a otros ex gobernantes, como el Ing. Agramont que le tocó la transformación de territorio a Estado.
La publicación de la constitución estatal la conclusión de la carretera transpeninsular, etc. Cobra vida de que el empata pierde y esto lo entendimos nosotros de que el hecho os e trataba de una competencia común y corriente sino el que fuera sucediendo en el cargo, hiciera todo su esfuerzo para seguir impulsando el progreso de los ciudadanos de la entidad.
En ambos casos, nunca se perdió el estilo: Ángel Cesar como lo expresa el aforismo latino, manejaba con clara inteligencia la suavidad, la forma y la firmeza en el fondo.
En el caso de Alberto se transformaba en una esponja cuando daba una regañada enérgica para posteriormente, con toda la hombría mandarle hablar y se disculpara. El sentido de la esponja es que así como estallaba, así se iba apacentando.
Hoy el turno es de Carlos, hijo de uno y sobrino del otro, que dejaron huella profunda. Había sencillez, humanismo y el legado del anecdotario.
En una ocasión, impulsado por Toño Wilson, le dijo a Carlos Domínguez, pídele prestado al gober. Domínguez Tapia tuvo el acceso de Héctor Castro. Pasó al despacho y entre expresiones de júbilo, le dijo a Mendoza que había ganado el premio latinoamericano simón Bolívar en la hermana República de Venezuela, pero que era una lástima que no pudiera ir por falta de dinero.
El gobernante giró órdenes para que no faltara a ese importante acto. Salía Carlos del despacho pensando que el gobernador había creído que era cierto que había ganado él, dicha medalla.
Cuando escuchó la voz de Mendoza Aramburo que le dijo, Carlitos, hoy me habló un viejo compañero de la universidad que es venezolano y me pidió la machaca que había probado, el licor de damiana y unas ricas tortillas de harina, y una tarjeta.
A la salida de la oficina, lo esperaba Toño Wilson: ¿Y la lana? No se podía describir el desconcierto y coraje de Carlos. Apretó el paso y le grita Toño: ¿A dónde vas? Y volteó furibundo Domínguez Tapia: ¡A Venezuela!
La frase de hoy: ¡Suerte, señor gobernador!