ECO PENINSULAR
Alfredo González González
*Promesas son amores y no buenas razones.
*Ángel César abre el camino Guerrero Negro- Tortugas.
*Carlos Mendoza une a Punta Abreojos con La Bocana.
*El Espíritu social de SEDIF refleja humanismo.
Durante la campaña para elegir gobernante, el primero por elección popular, nos tocó a varios acompañar a Ángel César Mendoza Aràmburo en una gira relámpago a toda la geografía sudpeninsular. Una de las promesas de campaña fue la de abrir la carretera que conectara a la zona salinera con el centro nervioso de la Pacífico Norte, pues había una brecha intransitable. Por ahí deben de existir algunas fotografías que marcan el banderazo del candidato en ese entonces, Mendoza Aràmburo, montado en una motoconformadora dando carácter oficial a una ruta importante para los crudos pescadores y de esa manera, pudieran sacar su producto y comercializarlo hacia el vecino Estado y hacia el Sur de la media península. Especies como la langosta, abulón, cabrilla y otras reservadas para las cooperativas, abrían sus mercados. Recordaría con el tiempo la frase de ama de casa donde nos darían un desayuno y nos dijo apenada, no tengo mucho que ofrecerles, solamente abulón, machaca de langosta y tortillas de harina entre otras exquisiteces del mar.
El recuerdo viene a colación porque se da como oficial la nueva carretera que conecta a Punta Abreojos y La Bocana, con lo que se facilitará el transporte de los productos del mar. Con esto, padre e hijo hicieron efectiva aquello de promesas son amores y no buenas razones. Estos son en el caso de Carlos una de las respuestas a todos aquellos que iniciando su mandato lo fustigaron y aunviendo la tormenta no toman su paraguas. Los resultados son los que hablan.
Poco a poco estas acciones y algunas de otra índole como en el municipio de Mulegè, tienden a ir integrando socialmente a sus habitantes. Recuerdo los bombazos tirados a Felipe Prado Bautista a quien lo acusaron, lo juzgaron y lo sentenciaron por un crimen que no había cometido. Algunos sostuvieron la posición de aquel gallego que al insistir en una situación irracional solía contestar: ¡por chingar, nomás por chingar!
Mientras que el jefe político de la entidad se mueve hacia todos los puntos de la rosa crítica de la entidad, la señora Gabriela Velázquez de Mendoza, continúa la labor humanista de su elevado encargo: la niñez y la familia. Siempre acompañada de Alejandra Navarro de Jordán. A ambas mujeres las inspira ese sentimiento que es un valor, llamado humanismo. El afecto y el cariño que sienten por los seres desvalidos, le dan precisamente el valor a sus actividades.
Ni la política-política, ni la política social deben de estar reñidas con el afecto que es lo que brinda la escencia a los trabajos que desempeñan. Es como el artista que al pintar un paisaje no refleja sus sentimientos. Se lo han ganado porque respetando los campos de sus compañeros, saben responder a las expectativas de sus responsabilidades sin distingos de credos políticos o religiosos. Bien por ambas y sus colaboradoras y sus colaboradores.
Se les observa encabezando las colectas de la cruz roja, campañas de vacunación, festejos del día del niño y el día de las madres y seguramente, esto tiende a estimular a una población que si no en un cien por ciento, si en un gran número, sienten esa corriente de afecto y de paso, sus compañeros se estimulan porque las actividades de gobierno, se ven completas con la participación de las mujeres.
Siguiendo este ejemplo, Juanita Pérez de Prado del DIF municipal de Mulegè, ha impulsado las artes domésticas, culturales y otras que favorecen esencialmente a las mujeres. Es un espíritu similar en los ámbitos de su competencia.
El pensamiento de este día:
CON RESPECTO A LA PROMESA CUMPLIDA DE CARLOS MENDOZA DAVIS, CON LOS PESCADORES DONDE SE DISTINGUEN APELLIDOS COMO LOS VILLAVICENCIO, PATRÒN, LEERE, ZÙÑIGA, MUCHOS DE ELLOS DE LA COMUNIDAD DE SAN IGNACIO, SE CUMPLE AQUELLA EXPRESIÓN MUY CASTIZA: ¡ DE CASTA LE VIENE AL GALGO”!.
P.D. Un saludo afectuoso a un amigo que conocí hace más de cuarenta años en la zona de la pacífico norte, cuyos apellidos nunca me los dio, pero le decían “El Betillo”.