BALCONEANDO
¿VENENO INOFENSIVO?
Por Alejandro Barañano
Qué miope y conveniente puede llegar a ser para algunos rechazar socialmente las drogas como la cocaína, pero por otra parte aceptar y promover estimulantes que pueden llegar a ser igualmente destructivos.
Y me refiero a la adicción de la ludopatía, lo sé, seguramente me escucho bastante exagerado y hasta moralista. Pero por favor: ¿Porque no se analiza a profundidad lo nocivo que puede llegar a ser el vicio del juego?
Resulta que hace años atrás Baja California Sur se salpicó de Casinos con marcas que se presentaron como un lugar de entretenimiento, y la sociedad simplemente los aceptó como tal; sin embargo, existen cientos de familias que son testigos del mal que estos lugares pueden ocasionar. Claro, todo empieza de manera inocente con una persona o una pareja que busca un rato de entretenimiento y eso es justo lo que obtiene.
Sin embargo en otras personas puede suceder algo muy distinto, pues encuentran en este entretenimiento algo realmente divertido, -no hay culpas en ello- pues el cerebro humano libera cantidades excesivas de dopamina, esa sustancia cerebral que le agrega una emoción especial a la vida, una emoción que puede convertirse en el inicio de una trampa adictiva.
Si el juego gusta y genera emoción, entonces el problema ya empieza a echar raíz, y eso es tanto como querer silenciar un cáncer mortal, pues será cuestión de tiempo para que los síntomas se empiecen a mostrar. No más, no menos.
Quizá haya quien algún día regrese al Casino más rápido de lo que había acordado, pero la verdad lo hace como si no pasara nada. Otro día se gasta más de lo esperado y tal vez creía que la suerte mejoraría y la cartera terminó vacía como si no pasara nada.
Un día empiezan las mentiras, -así como lo hacen algunos que ahora gobiernan- y por eso se va en la mañana al Casino como si no pasara nada. Otro día las cosas se complican porque las mentiras aumentan, -así como sucede con algunos que ahora gobiernan- porque simplemente se perdió más de la cuenta.
Y es ahí cuando ese como si no pasara nada empieza a sonar, pero obvio es que no se quiere escuchar porque “mañana puede ser el día de suerte y el dinero perdido se puede recuperar”.
Excelsos legisladores sudcalifornianos, quizá sean otros sus mezquinos intereses que traen entre manos y no quieran reconocer que el ludópata deja de ver todo lo que está a su alrededor. El juego se convierte en una adicción irresistible y se vuelve simplemente invisible. No es que el jugador se haya vuelto despiadado, egoísta y cruel, es más bien que está cayendo en una adicción, y cuando alguien cae no es fácil mirar alrededor. ¡Entiéndalo, no se ofusquen en su cerrazón!
En sus inicios, los adictos al juego pueden perder todo su dinero, incluso hasta el de la despensa o la colegiatura de los hijos, y lo único que se gana es una terrible angustia. Cuando el dinero se acaba, se tiene la falsa idea de que se puede recuperar en “la siguiente jugada”. Es así como el círculo del remolino comienza a girar, poco a poco se va tragando al adicto y las pérdidas se empiezan a sumar.
Excelsos señores legisladores sudcalifornianos, quizá no tengan la capacidad necesaria para entender que hay quienes pueden perder la casa, la familia, la salud y hasta la libertad. Si de vez en cuando se gana es la peor fatalidad, pues es la serpiente fingiendo ser buena no tardará mucho en ahorcar a su presa. Eso son los Casinos que algunos de ustedes buscan abrirles la puerta para hacerse de más recursos en favor de tal o cual Ayuntamiento sediento y deseoso de dinero.
Señores representantes del pueblo, para la gente los Casinos pueden presentarse como lugares de entretenimiento sanos e inocentes, pero tienen la capacidad de convertirse en un veneno letal. Por eso pregunto: Si tuvieran un veneno frente a ustedes: ¿Probarían aunque sea un poquito? ¿Entonces porque decirle que sí “de vez en cuando” a los Casinos? ¿Acaso el veneno en pequeñas cantidades se vuelve inofensivo? Creo que no, por eso quien esto escribe mejor seguirá BALCONEANDO. . .