Son aquellas pequeñas cosas
Por: Salvador Castro Iglesias
“Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas…”, Así comienza esa canción que tanto me gusta de Joan Manuel Serrat y que entre mas pasa el tiempo que nada perdona me hace recordar tantas pequeñas cosas.
Pequeñas pero inolvidables, como aquella primera mirada de mis hijas y de mi único hijo varón; que se quedaron guardadas para siempre en mi alma.
Aquellas pequeñas cosas que el tiempo me brindó y que en han ido llenando mis recuerdos de pequeñas cosas.
¿Cómo olvidar las breves charlas con amigos que hoy ya no están para continuarlas, mi gran amigo Joaquín, Jesús y tantos más que se adelantaron en el camino y que no dejo de extrañar?
Si señor, son aquellas pequeñas cosas las que nos marcan, nos definen y nos hacen ir avanzando por la vida hasta el día en que tengamos que platicarle a Dios todas esas pequeñas cosas.
En tiempos de caos, de cambios, de incertidumbre, son aquellas pequeñas cosas las que hacen que valgan la pena los días que transcurren y se escurren entre los dedos como agua corriente de ese río llamado la vida.
Trascender tal vez será la mejor forma de dejar la vida en chachitos, en pequeñas vivencias, en pincelazos de colores que hagan y nos recuerden que no todo es gris.
Y si, son aquellas pequeñas cosas las que siempre harán la diferencia, la gran mayoría de ellas tal vez ni siquiera tengan un contador de pertenencias materiales, con un valor solo para quienes las atesoren.
Hace unos días acompañé a rendirle un adiós a mi amigo entrañable Jesús Chávez Jiménez, compañero total del alma mía, sabio Maestro de las cosas sencillas y soñador permanente como el que estos escribe.
Se fue sin avisarnos, así sin más, la enfermedad lo fue carcomiendo pero el jamás dejó de seguir compartiendo esos chachitos de vida que tanto nos gustaban y nos dejaban siempre un grato sabor de boca.
Aquellas pequeñas cosas que viví en su homenaje con quienes el amaba, voces trémulas y ojos llorosos al pronunciar ese adiós Jesús que nadie quería escuchar, pero que era necesario para honrar al amigo y Maestro.
Sin lugar a dudas siempre serán las pequeñas cosas las que nos marquen, las que nos hagan decir a otros cuanto amamos esas pequeñas cosas, las charlas frente a una taza de café, la risa espontánea de quienes amamos, el abrazo dado o recibido y que nos transmite ese amor y cariño que guardamos.
Hoy amanecí recordando esas muchas pequeñas cosas, mis éxitos, mis fracasos, mi amores y querencias, todas y cada una de ellas las guardo en el alma para poder recordarlas y saber que Dios en verdad es sabio; pues estas serán las que me acompañarán cuando llegue mi momento de partir.
Nos leemos más adelante …