Apenas pasaban las diez de la mañana de este domingo y la gente se iba acomodando en las sillas habilitadas al centro del Parque Revolución, a espaldas del Chedraui ubicado en las calles de Nicolás Bravo y Félix Ortega, La Paz, Baja California Sur.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional, el motivo.
El sol implacable. La cita era para las once de la mañana, y por ahí se dejaron ver los operadores políticos que antes pertenecían al Partido del Sol Azteca, Alberto Ceseña Cosío, Julio Amparano Herrera, y Florentino Ortega.
A una cuadra del parque, en Félix Ortega e Ignacio Allende, estacionados tres camiones que habían transportado numeroso contingente desde el municipio de Los Cabos, y otras unidades más por Félix Ortega y Ocampo, como en los viejos tiempos del PRI y del PRD.
Una valla desde la calle Nicolás Bravo hasta el templete al centro del hemiciclo a la Revolución Mexicana, había sido habilitada y dividía en dos bloques las sillas que habían sido acomodadas para el evento.
Y poco después de las diez y media de la mañana llegaría por la calle Antonio Rosales y Marcelo Rubio el ex priísta Omar Antonio Zavala Agúndez, acompañado de nutrido contingente. Permaneció de pie al lado del también ex barrosista Valerio Castro Santa Ana.
Mientras, el exgobernador Leonel Cota Montaño, enlace de AMLO en Baja California Sur, recibía saludos de los nuevos morenistas en la esquina del parque por Antonio Rosales y Marcelo Rubio. Al tiempo que a cierta distancia otro buen número de asistentes portaban camisetas donde hacían sentir su rechazo hacia el exmandatario sudcaliforniano, las cuales habían sido dotadss por el empresario Matthew Parr.
Casi se acercaba la hora del inicio del acto político denominado “Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México”. Y en la esquina de Marcelo Rubio y Nicolás Bravo, en las inmediaciones del kiosko o plaza Santa Cecilia donde se dan cita los músicos de La Paz, se encontraba también el ex gobernador Narciso Agúndez Montaño, quien según se mantiene en las filas del Partido del Trabajo.
Faltaban cinco minutos para las once de la mañana cuando hace su arribo Andrés Manuel López Obrador por la calle Nicolás Bravo entre Marcelo Rubio y Félix Ortega. Iba acompañado por Víctor Manuel Castro Cosío y Alberto Rentería Santana.
La plaza estaba casi llena, a casi mil quinientas almas llegaban la cifra de asistentes. Todos bajo el intenso sol.
Puntual a la cita, llegan a las once de la mañana al evento. Suben al templete. A cierta distancia Marco Antonio Gutiérrez de la Rosa portaba un estandarte y camisa de Morena.
Y a quince minutos después Víctor Manuel Castro Cosío, hombre de las izquierdas en Baja California Sur, hace uso de la voz y pide “la práctica de una política con dignidad esa patria nueva que todos queremos”.
En su discurso también dejó en claro que en Morena tienen cabida quienes se sumen de buena fe.
El Peje se veía tranquilo, contento, relajado. Vestía camisa de manga larga doblada en los brazos, pantalón verde y zapatos negros.
Atentos, abajo del templete los medios locales y se dejaron ver la activista Lucia Trasviña y el profesor disidente Esteban Ojeda. Y entre la pequeña multitud el rostro de Elizabeth Wayas Barroso, ex directora de turismo municipal en La Paz.
Y a las once con veinticinco minutos el dirigente estatal de Morena, Alberto Rentería Santana, dio lectura al “Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México”.
En el templete junto a Andrés Manuel López Obrador Roberto Vanwormer Ruiz, Benjamin Garcia Meza, Benjamin Espinobarros, Bertha Montaño Cota, el popular “Killiki” León, Rosario Díaz de López Cinco, entre otros, quienes pasarían a firmar ese acuerdo nacional al que dio lectura Rentería Santana.
Diez minutos después Andrés Manuel López Obrador empieza su discurso, llama a la unidad en contra de las mafias del poder en México y señala que no son el problema los militantes del PRI, PAN o PRD, sino quienes están incrustados en esas mafias de poder.
“Tenemos que unirnos para darle al pueblo el poder, solo al pueblo”, -ganó aplausos-, y dijo habrá de establecer un gobierno de austeridad.
Prometió que daría becas a estudiantes de 2 mil 400 pesos mensuales, 3 mil 600 por su primer trabajo: “Becarios si, sicarios no”, y otra vez vuelve a recibir aplausos.
Igual prometió aumentar al doble la pensión a los adultos mayores. Dijo que promoverá le consumo interno y que no venderá ni un barril de petróleo al extranjero.
A las once con cuarenta y cinco minutos El Peje saca su pañuelo blanco para limpiarse el sudor del rostro mientras hablaba.
Terminó su discurso a las doce del medio día, luego la entonación del himno nacional mexicano. Es sacado por una lateral del templete hasta ser conducido a la camioneta que lo aguardaba por la calle Marcelo Rubio y Antonio Rosales.
Rubén Muñoz Alvarez, en el otro extremo. Víctor Martínez de Escobar Cobela alcanzo a saludar al Peje dándole en mano su proyecto a la alcaldía de La Paz.
Andrés Manuel López Obrador cumplió su visita a La Paz.
Mientras los organizadores quizás se sentían satisfechos con lo logrado. Y hubo quienes dijeron que se esperaba una asistencia más contundente, tratándose del personaje central.
Y en el lavado del Nacho Monroy, sentados debajo del árbol en la jardinera, Omar Antonio Zavala Agúndez y Valerio Castro, junto con Francisco Díaz, platicando los pormenores del evento tras haber permanecido hora y media bajo los intensos rayos del sol.
El Peje se fue, dijo llevaba prisa por regresar a México para seguir de cerca el proceso electoral del Estado de México.
Fue un encuentro de desencuentros en el Parque Revolución. Las expectativas no fueron cubiertas: no hubo la asistencia que se esperaba.
El intenso sol, la falta de liderazgos y movilización por parte de los grupos que habían prometido miles, tal vez.