Un último minuto con Adolfo
* Entre ráfagas de metralletas y disparos
* Hombre forjado en la lucha urbana
* Una mirada, el regalo
Faltaban veinte minutos para las seis de la tarde de ese 28 de mayo del 2015, en el bulevard Pino Payas y Francisco J. Mújica, a cientos de metros se escuchaban las mortales melodías de ráfagas y disparos, se enfrentaban policías e integrantes del crimen organizado que tenían aterrorizada a la ciudad de La Paz.
Minutos antes una camioneta pick up de la Policía Estatal Preventiva le había hecho el alto a unos sujetos que viajaban a bordo de una suburban blanca, quienes se bajaron de inmediato, armados con AK-47, M-4 y pistolas .9 milímetros, utilizando sus armas contra los elementos policiacos que solicitaron auxilio vía radio al momento de ser agredidos con un lanzagranadas. Y en el primer encontronazo, un alto mando policiaco le dio dos disparos al jefe de los sicarios: Cruz Alonso Lozoya “El Grande”, quien herido logró llegar a la Palapa de Mariscos El Vado, frente al fraccionamiento Villas del Encanto, donde ante el temor de los comensales le pidió a un mesero su mandil y gorra, solto su “Cuerno de Chivo”, mientras el resto de sus compañeros le disparaban a los policías al tiempo de emprender la huida hacia el monte.
Llega una ambulancia y los elementos policiacos logran rescatar a los comensales y empleados del restaurante, entre ellos iba herido “El Grande”.
Y de nueva cuenta una segunda y prolongada sinfonía de muerte, las ráfagas parecían interminables. De pronto, Adolfo Lucero Murillo, reportero y camarógrafo del Canal 10, grababa la escena, unos pasos atrás le seguía el periodista Max Rodríguez.
El estruendoso ruido de las metralletas y pistolas se escucha de nueva cuenta, Alejandro Patrón grita “Zuloaga Zuloaga, ponte atrás del motor”. Y de inmediato a resguardarnos ambos para evitar ser alcanzado por una bala pérdida.
Los policías gritan otra vez “pecho tierra”, “agachense”, los disparos estaban al por mayor.
Ví venir a Max Rodríguez y a Adolfo Lucero, les hice señas, les grite pidiéndoles se agacharan, y en ese momento Adolfo tambaleó, le alcanzó a gritar a Max que le ayudara, éste se acerca y toma su cámara, luego cae de espaldas y alcance a evitar que su cabeza pegara contra el suelo.
Max Rodríguez gritaba desesperado que pidieran una ambulancia, un doctor, sólo se acercó un elemento policiaco a prestar ayuda. El fuego cruzado estaba en su apogeo.
La mirada de Adolfo estaba pérdida, lo abracé y de inmediato revise su cuerpo para ver si había sido herido, pero no, batallaba para respirar, Max Rodríguez, Alejandro Patrón pendientes, tratando de abrir los labios de Adolfo mientras le masajeaba su pecho, su corazón, sólo alcanzó a lanzar un último suspiro, luego se fue para siempre, me regaló su mirada, fue nuestro último minuto con Adolfo.
En medio del dolor de haber perdido a nuestro amigo, minutos después llegan los paramédicos, nada pudieron hacer. Levantaron su cuerpo hacia atrás de la unidad para protegerse y protegernos todos y evitar ser alcanzados por las balas.
José Luis Villafuerte, conmovido por la inesperada partida de Adolfo, también llegaron Gladys Navarro, Ignacio Estrada, Antonio Cervantes, Enrique Viveros y Christian Carlos.
Pasaban de las seis y media de la tarde, cuando llegan a la escena dos unidades de la Secretaría de Marina con armamento aéreo, se introducen al monte, minutos después otra vez ráfagas de metralletas y luego por la radio policial se dijo que dos presuntos criminales habían caído abatidos por las balas, entre ellos El 28, quien junto con El Grande, al parecer eran responsables de casi medio centenar de ejecuciones en La Paz.
Para entonces ya se sabía la noticia del deceso de Adolfo Lucero, a lo lejos se veía llegar a Dinorah, su esposa, con su hija. Todos los presentes mudos, ella siguió caminando hasta llegar hasta donde aún estaba su compañero.
Tomó las pertenencias personales de Adolfo, lo miró, se levantó y volvió a su casa. Su caminar lento, triste, pesado, le acompañamos todos hasta su auto.
Adolfo se ha ido , fue un hombre de mil batallas y luchas urbanas, hizo amigos, muchos. Se fue alcanzado por una bala cargada de ineficacia, negligencia, complicidad y corrupción, llena de temor, esa que le quitó la vida.
Descansa en paz amigo, un abrazo donde quiera que estes.