- Recuerdas Cayory?
- La Reflexión.
Alfredo González González
¿Te acuerdas compadre coyote lleno, cuando nos encomendó la misión Félix Alberto Ortega casi a finales de 1979? Se trataba de buscar planas de felicitación para publicarlas en el Eco de California con motivo del arribo de Luis Echeverría Álvarez y había que darle vuelta al sur del entonces territorio, empezando con tu natal Todos Santos, seguir por la brecha a Cabo San Lucas y regresar a La Paz “ranchando” para inyectarle recursos al semanario fundado en 1912 por Don Nachito Bañuelos. Yo si m acuerdo mi inolvidable coyote.
En el camioneton amarillo de tu propiedad hicimos la ruta por Todos Santos donde recibimos los primeros apoyos de Matías Beltrán (el birria). Un señor de apellido Arnaud que tenía un comercio, así como el Fili Rochín. Hacían en total la cantidad de 600 pesotes para empezar.
¡Y reatas! Hicimos proa más al sur por la vieja brecha, brincando camellones de arena y hoyancos, sacrificando tu unidad para que no muriera el eco, que a veces (casi todo el tiempo) Don Alejandro Gallo y el maestro Luis Peláez Manríquez nos entregaban un fajo de billetes y nos expresaban: ¡tengan para el papel y para la tinta y síganles pegando en la madre!
Ya en recorrido te acordabas de las medias noches que bajabas de la sierra donde eras maestro rural y sobre la silla del caballo tu hijo Valente Salgado Graciano padeciendo altas temperaturas. A veces con el cielo estrellado y la angustia de llegar a tiempo al poblado apremiabas a la montura. Así se te fue templando el espíritu y todavía hasta el momento te mantienes de pie como los picachos de la sierra de la laguna, entre las columnas de compás que Mario Santiago dirige, y que tampoco se raja, y en raíces cuya profundidad se ha consolidado gracias a colaboradores como tú y el resto que son ejemplo de reciedumbre y convicción.
La figura de un jinete solitario entre la negrura de la noche sin más luminarias que las estrellas acompañado por Dios al que nos enseñaron a amar nuestros padres y que seguramente era el de los aguerridos Pericues. Así se fue templando el acero coyotuno, la fraternidad del amigo, la vocación magisterial. Luego San Lucas donde no pescamos nada, era apenas un campo de pescadores, un pueblo en formación. Clarito recuerdo cuando llegamos a San José del Cabo al Hotel Fisher. El primero que nos visitó fue José Márquez Salvatierra, a quejarse de abusos, de olvidos. Ya desde entonces se sabía que el Eco no se quedaba callado. Seguimos a Miraflores donde nos topamos con una cara hosca avinagrada y cuando dijimos que íbamos de parte de Félix Alberto repuso: ¡ah, de Felitos! Nos invitó a comer y dispuso de una cantidad considerable, era Don Fabián Ojeda.
Hoy como ayer y ahora raíces, también anda ranchando, a veces es magra la cosecha y escasa la pitanza, pero ante la fe de nuestros colaboradores, tu reciedumbre de hombre bien nacido, por favor no te quiebres, eres un coyote derecho, vertical de eso no me cabe la menor duda. Yérguete ante los desmanes de los peores gobiernos que hemos tenido en los últimos 10 años y sigue defendiendo lo nuestro, nuestras raíces y de paso mándalos a sentarse a aquella huerta que la gente llamaba la grosería propiedad de tu abuelo Valente Salgado Villarino y que disfruten de la sentada. Aclaración: La grosería quedó originalmente registrada con el nombre de la MONDA.
Finalmente, te venció esa existencia febril llamada destino (SIC) pero dejaste la huella indeleble entre el oleaje del bronco Pacifico todo santeño y los crepúsculos que nacen en el oriente para ir a morir en occidente. Te recordé con cariño y afecto.