- Covarrubias compartió honores.
- 3 años de EPN, cambios y enroques.
- El suave murmullo de la brisa de otoño.
Alfredo González González.
Fue el testimonio de que el gobernante a pocos días de dejar el poder le había metido ganas al mayor reto de su vida. Diversos testimonios podríamos enumerar, pero que llamó mi atención fue la sensibilidad de Covarrubias Villaseñor al patentizar no solamente a sus colaboradores su gratitud, sino también a diversas organizaciones, sindicatos, asociaciones, etc. Que de una o de otra forma respaldaron una Política incluyente. No vimos a un gobernante que asumiera la postura de los prepotentes o la inercia ante necesidades urgentes y entre esos testimonios se va despidiendo Marcos, que marca un antes y un después de Marcos. Son los primeros juicios de la sociedad de donde se alimentará el juicio de la historia, que creemos dará el saldo a su favor.
A la mitad del camino, Enrique Peña Nieto hizo cambios y enroques en su gabinete. Lo anterior es una medida saludable. En toda finura agradeció a quienes se iban del equipo Chuayffet, Murillo Karam, son entre otros quienes se van. En una acotación meramente personal de quien, había desgaste tanto en el área educativa como en la Procuración General de la Justicia, esta última que hizo crisis con el asunto doloroso de Ayotzinapa donde no se sabe aún donde quedaron 43 estudiantes normalistas, fue demasiado pesado el bulto para la procuración de justicia. Se integraron Claudia Ruíz Massiaeu, otro Político de apellido de La Madrid que va a la secretaria de medio ambiente, etc. Esta renovación de esfuerzos en el gobierno Federal con nuevas ideas, otras planificaciones podrán configurar así lo pensamos, progreso y bienestar. Se suma a lo anterior la recuperación del peso, y el aumento en el petróleo. Según estos indicadores, Peña Nieto mantiene el pulso firme y enfrenta el mar proceloso de los mercados europeos y asiáticos.
Es una vieja casa construida de ladrillo que parte en 2 a la calle independencia. Por las tardes solía descansar en una mecedora bajo un limonero. Ahí vivía el viejo y querido maestro Domingo Carballo Félix. De origen orgullosamente ranchero que había nacido en el rancho de los inocentes municipio de La Paz. Entre el murmullo de la cercanía del otoño, transité hace un par de días y los recuerdos revivieron a conciencia de un hombre que al perder a su esposa Josefina Ruíz, se convertiría en el padre de cientos de estudiantes normalistas y fue un impulsor decidido de la carrera superior que existía antes que todas aquellas instituciones que surgieron con el tiempo. Compartí la cátedra con él. No recuerdo si fue en 1972 0 1973, cuando ya muy enfermo regresó de puebla, con el alto honor de haber recibido la máxima presea que es la Ignacio Manuel Altamirano. Hoy parece abandonada, pero es un nido de vocaciones. El chispazo de la evocación surgió cuando me enseñó la presea que la conservaba como un tesoro. Es un inmueble que se debería rescatar con efectos personales de Tata Mingo, enseñarles a los normalistas en las condiciones modestas que un hombre de espíritu humilde vivió y murió. En las tardes cálidas de otoño, la suave brisa volverá a soplar tenuemente y lo volveré a recordar cuando durante nuestra primera práctica intensa supervisaba el trabajo de los estudiantes. Se encaramaba en el camino de redilas conducido por Tabanco Ruíz Verduzco para ir dejando a su gente desde San Pedro hasta Cabo San Lucas. Fue muy bueno el viejo.
La frase de este lunes es de Don Domingo, cuando quería hacer una advertencia que llevaba mensajes de que en la vida los seres se reencuentran, ora para saldar deudas, ora para manifestar gratitud. Decía: “¡En el cabresto nos vemos! “.