- Extraña sensación de subestimación.
- A contra pelo, la luz de la sonrisa de Diana Von Borstel.
- Como San Pedro a Cristo.
- Marcos: Hasta siempre. Carlos, Bienvenido.
Alfredo González González.
Me lo había advertido Alfonso Gavito González. Debía irme a las 9 de la mañana para ocupar mi lugar en el Congreso del Estado. Sin embargo una circunstancia metabólica, me impide estar inmovilizado mucho tiempo y pensando plenamente llegué poco antes de las diez. Cuando observé las protecciones custodiadas por policía judicial del Estado a una distancia en una de las partes, de 9 metros de una de la entrada de la puerta lateral, otras similares en forma paralela y otra frontal, pensé que sería imposible. Una especie de extraña sensación me recorrió el cuerpo, pues habiendo cubierto todas las sesiones ordinarias, extraordinarias y solemnes del poder legislativo, se me impidió la entrada. Entiendo perfectamente bien que esto no es culpa de Gavito ni de los cuidadores para que la gente, dado el espacio, no se desborde y altere un acto importante. Opté por retirarme pues obtuve la información que se esperaba el arribo en camiones procedentes de ciudad constitución. Es normal, vienen a una fiesta grande.
Penetré en la sala Armando Aguilar Paniagua en donde la legislatura saliente desahogaba los últimos puntos con lo que concluiría la tarea de la comisión permanente para entregar la estafeta a la nueva legislatura que seguramente dentro de su agenda legislativa habrá de analizar las acciones y lo más relevante que propusiera el gobernante saliente y la legislatura que se va. Haciéndome muchas conjeturas observaba el cumplimiento del deber de Juan Domingo Carballo Ruíz, Omar Zavala Agúndez y Jesús Salvador Verdugo Ojeda cumpliendo con sus encargos hasta el último minuto.
A contra pelo de lo acontecido al querer penetrar al recinto donde se hace el cambio se estafeta observé que iba entrando una mujer joven que conserva la belleza fresca y lozana. Fue mi alumna en la escuela Normal Urbana de esta ciudad y Diputada Local recién electa. Se dirigió directamente a mi persona, me saludó con respeto que fue reciproco y quedamos emplazados a una conversación a futuro. Le cedí mi asiento y me despedí.
Quizá por lo anterior en nada me lastimó que 2 Diputados que ya no son novedad para el Congreso nos hayan brindado con una volteadita de cara para no saludarnos. Una dama y un caballero, producto de los mismos procedimientos de un partido Político que debe regenerarse en sus sistema celular en cuanto a los valores humanos porque con la presencia de estas personas lo único que hacemos es negarle las oportunidades a gente joven y valiosa pero que son presa de los caprichos elevadamente “institucionales”. No quiero alterar estos espacios que deberían merecer definitivamente otras atenciones. Sin embargo en Política hay que actuar como si estuviéramos en la rueda de la fortuna: Unas veces estamos arriba y otras veces abajo. Lamento el incidente pero puedo jugar por Dios que ello no me quita el ánimo porque si el apóstol Pedro negó a Jesús 3 veces expresado con las debidas distancias, pues que nos nieguen un saludo no pasa nada.
Marcos: Hasta siempre. Dentro de unos días Marcos Covarrubias Villaseñor enviará lo que será su último mensaje a la sociedad sudcaliforniana, cómo gobernador de la entidad. Sostuvimos la premisa durante todo ese tiempo que había hecho lo que no lograron hacer dos sexenatos anteriores. Seguramente tuvo fallas porque solamente el que no hace nada no se equivoca. Pese al golpeteo tradicional cuando una persona va dejando el poder, su gobierno se caracterizó por una dinámica constante, por su humanismo, su sencillez y su permanente contacto con todas las comunidades de la entidad. Marcos Alberto Covarrubias: ¡Hasta siempre!
Por su parte el relevo Carlos Mendoza Davis, tiene la enorme responsabilidad de gobernar su entidad.
Atrás de sus huellas hay un trabajo de comprensión, de afectos y la premisa del aforismo latino: Suavidad en la forma y firmeza en el fondo, delineados hace 40 años. Se empieza a escribir una nueva historia, hay afanes de que podrá salir adelante, su preparación, su sentido de pertenencia a esta tierra así se lo impone: ¡Bienvenido, Carlos!