En memoria de Samuel Arturo Chio Velázquez
Samuel se ausentó de nosotros hace un par de días. No sufrió, fue un infarto fulminante al miocardio, de tal manera que su fallecimiento fue instantáneo que es propio de los hombres justo. La vida le había golpeado con serenidad pues primero perdió a la compañera de toda la vida, posteriormente nos enteramos que tenía un hijo que requería terapia oncológica en Torreón, tiempo después fue víctima del COVID y seguramente todas esas cosas fueron terminándolo en su organismo. No obstante la muerte es una consecuencia de la vida y Dios tiene sus tiempos exactos.
Para preguntarle que si habría pago por el trabajo informativo y que si había alguna lluviecita por ahí, me contestaba: “ojala Profe, nos llegara un tsunami para empaparnos todos”.
Hubo ocasiones en que compañeros no llegaban a tiempo al cobro de sus servicios y el permanecía en la oficina hasta las 16:30 horas y al día siguiente sábado, día de descanso, les hablaba para que fueran a la oficina para que satisficiera sus necesidades. Un ejemplo de una burocracia responsable. Con Nora Miranda en la coordinación de la dirección y sumándose Wendy Aguilar se compacto un equipo homogéneo liderado por Vladimir.
Hay seres humanos que nacen para servir y no para servirse y ello es la diferencia entre avanzar o retroceder. Llego el día en que en la estructura de un gobierno son como los engranes de un reloj que tienen que estar sincronizados. Sami, como le llamábamos de afecto respondió a la confianza al ser ratificado y fue un sólido pilar, porque tan importante es el derecho a la información como al de ser informados y para eso están quienes se dedican al periodismo.
Samuel fue como el general Mujica cuando lo enviaron a un trabajo que parecía no tener importancia y se dedicó a entrenar hombres para la libertad y solía decir: “un trabajo donde sea es bueno, lo importante es servir a México”.
Su espíritu humanista lo hacía conocer los problemas que a veces lo llevaba a preguntar el día del pago. En una ocasión debía de pagar un medicamento que por razones burocráticas no se me daba como no se me dan algunos en el ISSSTE, era una inyección de valor considerable, me vio tan desesperado que me dijo: “profesor, le voy a prestar el dinero, cuando ingrese su cheque le voy a hablar para tomar ese recurso que ya le entregue”.
¿Cuántas acciones de estas más se presentarían?
Cobra importancia el hecho de dedicarle estas líneas a un buen hombre que plantó una huella en estas tierras. Que era encadenado a los atardeceres, lo mismo que a los arreboles del ocaso donde miraba el encuentro con el redentor.
Como lo expresamos ayer, vino del norte hasta el norte, a una tierra desafiante y anclo sus ilusiones a su superficie con los mejores deseos del progreso y el bienestar. Lo logró, a través de una labor benéfica comprensiva, honrada, que le valió que se le ratificara su puesto un orgullo del que justamente estaba satisfecho.