Flores tardías a nuestras madres.
Por: Alfredo González González
A mi madre biológica Carolina Sánchez Gonzalez, con mi amor.
A Sarita Payen de Tuchman, Angelita Osuna de Mayoral, Sarita Delgado de Romero, a mi dulce abuela Arcadia Beltrán.
Por allá en el año de 1939 el día 4 de noviembre nació un niño cuya leche materna le fue incompatible, la abuela paterna doña Arcadia C. Beltrán se vio a la tarea de investigar las madres que estaban en lactancia. Dia tras día llevaba al niño que era su nieto para que le compartieran el alimento de quienes estaban criando y que las identifica como una actitud de ternura y de amor por el propio.
Me toco conocer a mi madre de crianza Sarita Tuchman, a la maestra Sarita Delgado, a Angelita ya no me toco saludarla. Año tras año por conocimiento de mi madre biológica visitaba a Sarita Tuchman ahí por Belisario Domínguez donde muchos años estuvo contigua a la tienda denominada la ciudad de Viena, ya que don Salomón un hombre bondadoso provenía de la vieja Europa hasta que una enfermedad ya le impidió establecer el dialogo que llevábamos a cabo cada 24 de diciembre por la mañana.
Años después la profesora sarita fue mi maestra en tercero y cuarto año de primaria. A todos las recuerdo con cariño sincero.
Esta actitud de compartir el alimento que pondrá a salvo al recién nacido durante los primeros seis meses es un acto de amor que no se puede describir mas que con esa firmeza de la mujer sudcaliforniana. Es paradójico que aquellas madres de familia que produciendo bastante alimento para no engordar acudieron a las leches con gestágeno y lactógeno, quizá porque no había mujeres con la disposición como lo estoy mencionando.
Pasaron lo años y nos encontramos en la práctica del periodismo del que quiero seguir aprendiendo nos enteramos de un grupo de vecinos que había un sujeto que cotidianamente golpeada y arrastraba a su esposa. Un grupo de vecinos llegaron con Félix Alberto Ortega director del eco de California y pusieron la queja. El luchador social pregunto si estaban dispuesto a firmar un documento apoyando la denuncia que haría mi jefe de redacción aquí presente. Ahí mismo levanto un acta Félix Alberto y cerca de 30 mujeres firmaron el documento, claro esta que le di por donde quería, como se debe tratar a un patán de esta naturaleza.
Un día nos encontramos y se propició este dialogo.
-¿Usted no tiene madre?, me dijo airado
– No señor.
-Yo no tuve una, tuve cinco y una abuela como una que yo conozco y vive en mi casa.
-Me lo voy a ching..
No, usted no ching a nadie porque usted es el que no tuvo madre. A usted lo hicieron en probeta.
Un saludo cariñoso también para la familia Beltrán Talamantes.