- La noche que todos esperamos.
- Entre el mezcal y el escoces.
- La tibieza: ¿El calor del hogar o el abrigo de mink?
- ¿La cobija eléctrica o la tibieza de la paja?
Alfredo González González.
Usted que nos lee, alguna vez fue niño o niña, ¿Verdad? Seguramente sus sueños mistificaron las fiestas donde el personaje central nació en un pesebre y el calor de su cuerpo lo dieron los animales. El rey de reyes nació en la pobreza de la dignidad. Tuvo que ser así por aquello de, la aguja y el ojo del camello.
Considérese esto, no como la expresión al extremo, sino debe aplicarse a lo superfluo, a lo vacío, a todos aquellos que pudiéndose desprender de algo por poco que fuera, crecen en una angustia que produce el hartazgo de abultar sus vientres y sus cuentas bancarías.
Tendríamos que decir simbólicamente si entre los brindis del mezcal o del escoces, se perciben o se piden las bendiciones que con mayor ahínco las mandamos al espacio sideral. Si el que toma escoces logrará el objetivo con su oración o el infeliz que debió conformarse con una modesta botella de vino barato. En ambos casos quien abreva en los vasos jaiboleros ya se ha comentado trilladamente, “anda alegre”. O el que bebe el tequila de barril tenemos que identificarlo como un borracho. Sería cuestión de reflexionar, porque la embriagues lo mismo ataranta a uno que a otro. Donde existirá la mayor felicidad: En la ingestión de unos tamales de costillitas envueltos en hojas de plátano o en galletitas con caviar que jamás me gustaron, no solamente por caras, sino porque parecen municiones aceitosas. ¿Dónde está la verdadera luz que desea el cristo el que emanan los candiles de vidrio cortado o de la vela a la que se aferra el infeliz que quizá esa noche ni a tamales llegue?
Hogar viene de hoguera y ésta es calor, suave y tibieza, cariño, afectos, promesas al hijo de Dios. La grandeza de la noche del 24 las dan nuestros espíritus, jamás el abrigo de mink, cuyos costos al igual que muchos derroches fatuos siguen siendo una ofensa a la desgracia, a la túnica raída, a las sandalias, al sentimiento de un hombre justo y humilde, que al través de más de 2000 años, avasalló la angustia del Gólgota y la Cruz sigue encendida iluminando a los seres humanos que utilizan su buena voluntad para consolidar la paz y la hermandad.
En este mar de pensamientos quien es más feliz ¿El que se calienta con una cobija eléctrica o el que siente el calor de la chimenea, esa temperatura que emana de los cuerpos cuando a la hora de sentarse a la mesa dan gracias a Dios por haberles permitido reunirse un año más? Adquirir lo necesario para cubrirnos, bendecir lo que alcanzamos a adquirir, haber dado algo de lo poco que tenemos y no olvidarnos jamás que cuando, como dice la oración Yaqui, nuestra vida se extinga como se extingue el crepúsculo, que estemos en paz con Dios y con los demás.
Por nuestra parte, a tirios y troyanos deseamos que la noche de paz sea el himno de todos los seres humanos del planeta, que recuerden a aquel justo que al sacrificarse por nosotros en el viacrucis encontró la gloria.
La reflexión de este día: Que tu mano izquierda, no sepa lo que hace tu mano derecha. Que la verdadera caridad pierde su esencia cuando hacemos alarde de ella. Se hace en silencio, discretamente, porque ahí está el mensaje de amor, de comprensión y no el disfraz de los hipócritas y los fementidos. Feliz noche buena.