Creo que a un elevado porcentaje de la población paceña llenó de beneplácito el relevo de Francisco Nacho Monroy Sánchez como el nueve presidente municipal del municipio de La Paz.
Si algún título debiera merecer este modesto trabajo es: “Cuando el humanismo nos alcance”, porque tengo la firme convicción que cuando los Políticos algunos de a deveras, dejen los sueños de oropel, y se adentren sobre el dolor de las personas, la comprensión hacia ellas y los calzones en su lugar para decirles lo que no se puede hacer, estamos en los umbrales del humanismo. En igual forma cuando en una reunión formal el edil paceño les dice a los principales colaboradores “Ayúdennos palomilla, que vamos de prisa”.
Monroy no es de los Políticos altisonantes, soberbios y que el deseo de servir lo cambia por la ambición desbocada de arreglos dudosos o de damas, que se encierran en una pequeña catedral, y no hay poder humano que las haga reaccionar en que fue el pueblo quien las o los puso. Como una capsula cultural decimos a ustedes que el humanismo surge en la edad media y si fiel representante es el pintor Miguel Ángel que a través del arte revolucionó. En una ocasión Sixto Papa le expresó la inconformidad de los cardenales escolásticos y ortodoxos cuando pintó en el Génesis a seres humanos cubriendo sus senos y su sexo con pequeñas telas, a los pequeños desnudos y que eso era estar contra la ley de Dios. Miguel Ángel le dio una respuesta de la que no tuvo salida el Papa de la época: Dígame su santidad como venimos al mundo: Desnudos y no había maldad en la expresión pictórica.
El renacimiento se va hasta la educación donde el dogma tiene que ir cediendo poco a poco. Si he de decir esto no es porque sienta una simpatía innata por Francisco Pancho Monroy. Sino porque él o las Políticas para poder servir bien y no con posturas paras las cámaras de televisión o fotográficas o grabadoras impriman sus placas o sus proyecciones que a veces nos engañan y mientras este tipo de Políticos no se hacen coparticipes del dolor humano, el humanismo se diluye.
Por lo pronto la expresión popular sigue dando en que pensar aquellos funcionarios y funcionarias “fifís” que se arrellenan en los escritorios, y que quienes van a solicitar un favor adquieren aires de perdona vidas. Por lo pronto en las colonias populares y en los lugares públicos lo dicen con mucho orgullo: ¡Ahí viene el Nacho!