- Federalismo y Ayuntamientos: El camino.
- Sede de los poderes estatales de Comondú.
- Carnaval: Fiesta de la carne.
- Posteriormente debería ser la meditación.
Alfredo González González.
Nace el federalismo como una forma de convivencia de los mexicanos en la armonía, el progreso y la concordia. Fue la idea de Ramos Arizpe. El interés común y no el aislado a través del Pacto Federal. Sobre esto reflexioné cuando Carlos Mendoza Davis se pronuncia en la sede del aniversario de la Constitución Federal, solidarizándose con los empeños de trabajo conjunto con el Gobierno Federal, los Estados y los Municipios. Esto constituye la vocación fortalecida de las autoridades de los tres niveles de gobierno para interactuar en la explotación de los recursos naturales, la seguridad nacional, la educación, la cultura y en general todo aquello que representa progreso para todos, con la concurrencia de los sectores de la población respetando las singularidades de cada región. Al solidarizarse Mendoza Davis con el Federalismo debe cristalizar hacía los 4 puntos cardinales todos aquellos Estados cuyos gobernantes piensan en la genética de la nacionalidad. En fin, se trata de remar juntos en la misma dirección.
En tanto el día 5 de este mes se trasladaron los poderes estatales a ciudad Constitución, así lo informó el vocero del Congreso del Estado, a fin de hacer honores a la Carta Nacional cuya promulgación empezó a dibujar el fin de las luchas fraticidas. Tocó a Carranza, Praslow, Mújica, Palavicini y otros suscribir el documento cuyos temas torales fueron los artículos 3, 27 y 123. Llevar estos eventos a comunidades para honrar una efeméride que debe interesarnos a todos, porque la carta Federal es el instrumento que rige la vida institucional de nuestro país.
Por otro lado, están en su apogeo las fiestas carnestolendas. Dicen los conocedores que proceden estos festejos desde las llamadas “Saturnales romanas” y que significa fiesta de la carne. La reflexión se la dejo al lector. Posteriormente vendrá el miércoles de ceniza con lo que se iniciará la llamada cuaresma. Los 40 días de abstinencia entre ellos algunos alimentos como la carne con dispensas en el caso de los enfermos. Sobre vendrá lo que se llama semana mayor o semana santa, que en algunos casos no lo es tanto. Los antros están a reventar y serán muy pocas las gentes que se entregan aunque fuera unos momentos a orar y evocar con respeto aquel viernes de dolores cuando hace más de 2000 años un justo fue lapidado y crucificado. Al menos una meditación si hemos sido leales y solo nos aferra a la fe y la esperanza en aras de un milagro, cuando es demasiado tarde y traemos la lumbre en los aparejos. La frivolidad y demás desperdicios se agudizan cuando los que están al frente de centros turisteros, aplauden sus estadísticas y cuantos dólares o pesos habrán de engrosar sus cuentas bancarias. Más bien parecería la semana de las paradojas. Debe haber tiempo de reunirse en familia, organizar convivios, ¿pero para qué? Algunos no saben ni si quiera quien fue, Jesús de Nazareth.
La reflexión de este lunes: creemos que a nadie le hace mal un poco de diversión, de ahí que el carnaval sea la fiesta de la carne, el desbordamiento de la alegría y el aprecio de la creatividad con los carros alegóricos y efectivamente desterrar el mal humor. Pero sobreviene inmediatamente la fecha que va marcando el sacrificio de un justo y es ahí cuando las cartas de la baraja deben cambiar. No soy mojigato, pero a mis 76 años de edad he llegado a comprender que también le debemos de dar su tiempo a ese ser supremo, y no es que no estemos pensando en no ir a los balnearios, a una comida campestre, a ver las puestas de sol y los negocios que se instalaron. Pero es patético, que posteriormente a estas fechas de destrampe aceptado, también optemos porque la semana mayor o la semana santa se conviertan en situaciones que deveras le pusiéramos un poco de sentido común y no confundiéramos la fiesta de la carne con todos los símbolos y enseñanzas que nuestros abuelos nos heredaron. En fin, cada quien su vida.