En la opinión de Alfredo
• Habituarse al peligro no es bueno.
• Cada quien su responsabilidad.
• Gasolinazo golpeando la economía familiar.
• Una anécdota a propósito.
Alfredo González González.
Habituarnos a desayunarnos con sucesos sangrientos, suele neutralizarnos y conformarnos con el ilícito: ahí mañana Dios dirá. No era común tener escenarios donde el crimen sienta sus reales y aun así, no estamos en los primeros lugares de tales cuestiones.
Por muchos años nos dolimos de la actitud para con nosotros de un centralismo odioso. Si bien es cierto que la atención se tiene puesta en el sureste, también lo es que una vida allá o acá, tiene el mismo valor sobre todo si alguien se encuentra en la hora y lugar equivocados. No ponemos en tela de juicio el mundo de trabajo que tiene Osorio Chong, pero 3 veces nos ha dejado plantados, consecuentemente es hora de que el gobierno de la República enfrente con todo vigor los problemas en todas las latitudes.
A la detonación de los problemas de esta índole en la entidad, luego luego volteamos a ver al gobernante. Pero no observamos las mejorías en el seguro social o el ISSSTE, el fortalecimiento de la educación o el apoyo a los pescadores.
Pero además no es un solo hombre el responsable, es una serie de corresponsabilidades y cada titular debe tener los pies donde le corresponde, sean funcionarios Municipales, Estatales o Federales.
No concebimos a funcionarios en sillones mullidos o en espacios confortables. Los concebimos sin displicencia y con respuestas a la confianza conferida. La entidad no es un solar fácil.
Es cierto lo dicho por un servidor público al que respetamos: La seguridad no se logra de la noche a la mañana. Pero nosotros diríamos ni todas las noches, ni todas las mañanas son eternas porque tienen como límite la aceptación o rechazo de los pueblos. En todas las latitudes hay equipos y deben buscar el camino adecuado.
La parte atractiva e importante de la Política no se basa en libritos sino en creatividades e inteligencias ágiles.
Hay inestabilidad Nacional, debido a los zarpazos de los gasolinazos. No es problema local, es Nacional. Eso habrá de ser un golpe muy fuerte porque subirán las tarifas de pasajes de avión, alimentos, el combustible de los automóviles obviamente, y desde luego, los ingresos de todos los trabajadores no tendrán un equilibrio congruente con los egresos.
No hace 120 días que el jefe del ejecutivo Federal anunció algo que llenó de esperanzas y fue en el sentido de que ya no habría aumentos, sin embargo parece ser que los asesores presidenciales valen para maldita la cosa.
Quiero comentarles que sobre todo esto un viejo ranchero sudcaliforniano, me dio una lección que el mismo aprendió de su entorno: Estando en un rancho llamado “El Cañón”, me invitó visitar a unos familiares a otro rancho llamado “La Soledad”. Me instruyó para que maneara de las patas delanteras a dos caballos, poniéndoles una campana que llamaban la caponera con el fin de que con el menor movimiento los animales nos dieran su posición para ubicarlos.
Efectivamente muy temprano cuando los primeros arreboles se observaban hacia el Este los acercamos a la ramada y me dijo textualmente: Échale la silla a tu animal. Debemos decir que era un tipo de silla no como las que se conocen hoy, y primeramente se ponía un costal y luego una cobija vieja y sobre eso iba la silla y a los lados caía un cinturón llamado cincho.
Agregó Don Valente apriétale, debo decir que sentía algún temor que me fuera a tumbar el animal y le pegué un jalón y se escuchó la onomatopeya del pujido. Acto seguido me dijo aflójale tantito.
Ya de regreso de la Soledad me dijo: Mira Alfredo, ¿oíste el pujido del animal? Así es, Tata. Paró la caminata y me dijo: Así son los pueblos, si les aprietas demasiado el cinturón, van a dar resoplidos. Podrán ser leves o a veces cuando te sientes en la silla vas a volar por los aires.
Valente González García enseñaba con parábolas que la vida le había enseñado. La revolución burguesa de 1789 de Francia, se debió precisamente a que mientras la nobleza, daba bofetadas a la miseria con vestidos costosos, pelucas platinadas y caballeros con los mejores atuendos, no le dejaron otro camino más que tomar la “Bastilla” un 14 de julio del año propiamente dicho.
Todo el olvido, toda la miseria, todo el abuso hizo eco cada vez que caía la guillotina sobre cuellos que se levantaban sobre los hombros para ver al peladaje, a los miserables de Víctor Hugo. Ojalá que nuestro país no llegue a tales niveles.
El enfado va permeando, pero no porque una bola de barbajanes se involucre con la inconsecuencia para desconocer una Reforma que ni siquiera conocen, pero, esto no disculpa, que agujeren los bolsillos del pueblo de México.