En la opinión de Alfredo
• Carlos e Isidro: Sin descanso.
• De la bruma de nuestra adolescencia.
• Una atenta petición.
• El extravío de la Política.
Alfredo González González.
Extraoficialmente nos enteramos de la actividad (sin precisar cuál) que están llevando a cabo el gobernador del Estado Carlos Mendoza y el secretario de Finanzas Isidro Jordán Moyrón.
De primera mano deduje que están afinando el gasto público que se va presupuestar para el año fiscal 2017, previendo las formas y las prioridades que no dejarán de atenderse, salud, seguridad, educación, acciones de carácter social y otros, de ahí que gentes que trataron de localizar a Don Isidro no lo hayan contactado.
Se esperan noticias alentadoras. En otro tenor, transitando por la calle independencia cerca de la sección La Paz de la burocracia y la respetable y centenaria logia los fieles obreros de la baja california número 189, recordé los años secundarianos. Un grupo de adolescentes amigos de Chava Espíndola quien dicho sea de paso falleció en Ciudad Obregón, hacíamos reuniones en casa de sus padres Doña Jovita y el capitán Luis Espíndola.
Doña Jovita solía en sus quehaceres platicar, era ayudada por sus hijas, Malena, Juanita y Marina, en tanto conversaba nos decía que por esos lugares pasaban cosas raras, aún durante el día. En una ocasión serían las 2 de la tarde, platicó que a veces se observaba en un domicilio ubicado frente al Jardín Cristóbal Colón, de que había un domicilio y que a través de un ventanal que daba a la calle se podía observar a una hermosa mujer de tez blanca y cabello negro tan largo que le caía debajo de las caderas. Lo tomamos como una puntada. Pasaron los días y a la hora que había comentado doña Jovita en pleno día, pasamos los tres amigos y al voltear hacia el interior vimos la figura descrita, con un rostro tranquilo y amigable.
Fue un instante y arreciamos el paso hasta el jardín Velasco. Pasaron los años y no le prestamos mayor importancia al hecho.
Tiempo después nos reencontramos ya siendo profesionistas y uno de ellos trajo a colación el suceso. Corrió el cordel de la conversación para agregar que en esa zona habían sido considerados como camposantos.
Empezamos a prestarle mayor atención, además día después de aquello que vivimos, nos dijo: De casualidad pasé por el mismo lugar, la ventana estaba herméticamente cerrada y al voltear hacia la puerta de entrada observé un candado que parecía muchísimo tiempo que había sido colocado. La verdad es que con el tiempo que transcurrió no impactó, pero si sentí al narrador poco angustiado y con la mirada triste en su rostro.
Para entonces ya eran las 8 de la noche y discretamente cada uno de nosotros observaba hacia la calle independencia y nos retiramos a nuestros hogares bastante pensativos. Después Rogelio Olachea nos confirmó el hecho de que la zona antes mencionado había sido uno de los cementerios de esta ciudad, ya que el primero fue en el Zacatal.
En otro tema, enviamos una atenta petición a las actividades culturares del Estado para que en un buen esfuerzo que no resulte oneroso pudieran organizarse algún par de reuniones para analizar las obras literarias de Don Guillermo Arrambidez Arellano que en lo personal me llamó en uno de sus libros la atención y que se titula “Un Ruiseñor”, donde Don Guillermo ubica y combina la literatura con la ecología con una prosa impecable, así como la de Rubén Jaime Salgado y la de Carlos Domínguez Tapia, con invitaciones a alumnos de literatura de la secundaria o de la prepa y vayan conociendo en momentos atractivos gran parte de la identidad de nuestros hermanos. ¡Gracias!
En otro tema, con el tiempo llegamos a comprender que la Política, esa, no de la buena, produce enemistades, envidias, intrigas, etc. Se reflexiona instintivamente solamente machacar la cabeza del adversario hasta haber contraído su rostro y vencerlo por la fuerza y no por la razón. Es compleja, florece en el cerebro la intriga, la ambición, y se colocan a la estatura del cardenal Richeliu de la Francia Imperial o a Fouché que andaba de flor en flor: Hoy creyente y mañana ateo, es la condición humana de quienes no asientan los pies en el suelo.