En la opinión de Alfredo
• Día de muertos.
• Profecías de la gran pirámide.
• El libro de los muertos.
Alfredo González González.
Todos les tememos, quizá por esa actitud instintiva hacia lo desconocido. Hoy recordamos con respeto a quienes despertaron del sueño de la vida.
Rodolfo Benavides fue un estudioso de las tradiciones del pueblo Egipcio y en su obra “Las Profecías de la Gran Pirámide”, detalla a conciencia en que la forma de los egipcios, hacían de la muerte una tradición y un credo.
En dicha obra aparecen una serie de preceptos con los cuales refleja un significado de la muerte y que aparece en “El Libro de los Muertos”, quienes se hacen acompañar por ese texto. Uno de esos preceptos que aplica es: “Tengo hoy la muerte frente a mí, como el paisaje del nativo pueblo para el hombre que estuvo prisionero y que regresa al fin, a su nativo suelo (sic).
Parece ser que la anterior premisa, induce a que el ser humano al morir deja su forma original y para ello comparece ante el juicio de Osiris quien determinará si se ha ganado el sueño eterno en paz.
Algo así como el final de la vida terrenal y que de acuerdo con nuestro comportamiento, habrá de recibir el premio o castigo por el supremo hacedor.
Otra cultura, sobre todo a los que se dedicaban al arte de la guerra, al morir en combate se hacía una pira y sobre la balsa depositaban los restos del guerrero para que navegara en llamas hacia el país de la luz dorada. Un arquero disparaba una flecha encendida y prendía fuego a distancia. La balsa desparece con el cuerpo del difunto quien llevaba una moneda en la boca para hacer algún pago, seguramente.
En Mesopotamia se creía en la transmigración de las almas. Algo así como una resurrección, que en occidente le llamamos vida eterna, algo así relacionado con lo llamada metempsicosis.
En fin, la muerte marca el final del ciclo biológico y los creyentes con fe en una vida eterna, cimentan su consuelo. La parca ha sido presentada de diversas formas y ha hecho proliferar leyendas. La presentan con un esqueleto descarnado, produciendo temor e interrogantes.
En nuestra entidad el trayecto de los cementerios ha sido: El Zacatal, posteriormente se ubicó en las zonas del sindicato de burócratas sección La Paz, de allí pasaría a lo que hoy es el estadio Arturo C. Nahl, prosiguiendo al panteón de los San Juanes que se combinó en jardines del recuerdo llegando a su etapa que vive recientemente en la zona de San Pedro Municipio de La Paz.
El norteamericano Arturo C. Nahl, solicitó al pueblo en los años 40, remover los restos del actual Estadio Arturo C. Nahl a los San Juanes, siendo un promotor del béisbol, se accedió y no era raro que en ocasiones años después se encontrara un anillo, una pulsera y otras cosas de menor cuantía.
Al correr de los años el día de muertos se recuerda el día 2 de noviembre, o sea este día, que según se cuenta, se les da permiso a los espíritus a que visiten a sus seres queridos, de allí los altares y demás.
Las ciudades, pueblos que se han distinguido por su realce con esta efeméride es: Pátzcuaro y Janitzio, Michoacán, entre las que se destacan. Ha habido caricaturistas como posadas que la ha vestido con sombreros escandalosos, la ha vestido de charro o de china poblana, de torero, etc.
Pero en la médula de todo esto persiste la oración por el eterno descanso. Y una cosa curiosa, hay una región de nuestro país, donde después de transcurrido un tiempo del sepelio permiten a los dolientes exhumarlos y con todo respeto y veneración, asear los restos de quienes en vida les dieron cariño, afecto y el respeto que se debe de sentir por la muerte.
Descansen en paz quienes iniciaron el camino que no tiene regreso.
La frase sagrada es: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre… no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal, amén