ECO PENINSULAR
• La influencia negativa.
• ¿Se repetirá en México?
• Nerón también ofreció pan y circo.
Alfredo González González
Se clavó en el ánimo de los pueblos y el primer sátrapa fue hacia el año 33, cuando la época de Nerón y se le dio facultad de vida o muerte, a la plebe del circo romano del cual dependía la vida de los cristianos a sacrificarse y el simple pulgar de una de las manos manifestaba el poco respeto de una muchedumbre enloquecida.
Lo anterior fue el ejemplo más feroz de una influencia enfermiza de un solo hombre, que creyéndose hijos de Dioses, hizo lo que le dio la gana.
No se pudo esperar menos de un sujeto que le mandó abrir el vientre a la madre, únicamente para ver donde se había formado. De Calígula ya ni hablar. Forma extraña de estos seres mesiánicos y lo que es peor una masa ebria de poder y sangre donde se vieron atrapados el destino de los entes y el elevado pecado de creer en un solo Dios y a Jesús como guía universal.
El segundo, el otro loco, acuarelista fracasado, que logró galvanizar a millones de soldados y con la mirada iluminada vio marchar la esvástica y el mazo de Thor se estrelló contra las geografías de Bélgica, Francia, Polonia, etc.
Y estas se vistieron con bayonetas con descendientes de los nibelungos. Un solo hombre había logrado con un discurso mesiánico convocar con su psicología bélica, mostrando a muchos, resultados funestos donde como es tradicional, los seres inocentes fueron los que pagaron los platos rotos.
Hoy en México la psicosis logra sumar como el flautista de Hamelling, hipnotizando a miles de ratoncitos que van cayendo a las corrientes de un río a los tonos de una melodía que va pidiendo las riendas de un gobierno, por el gobierno mismo.
No nos explicamos como un solo hombre, puede incendiar los ánimos de gente inteligente o de revanchistas, sin utilizar más metodología que golpear a discreción, cometer asesinatos para que los rebotes lleguen a los odiados enemigos.
Y no nos explicamos, como se puede confiar en un solo hombre, que hoy afirma una cosa y mañana la destruye, no respeta ni siquiera sus conceptos y aun así recibe la ovación de la venganza en lugar de dar testimonios de diálogo civilizado.
Aquí cabría la expresión del León Inglés cuando dijo: “Nuestros adversarios, cotidianamente se equivocan en sus conceptos y se levantan levantándose el polvo del suelo sin que hubiera pasado nada”. (Churchill).
Así sucede con el nuevo aspirante a ocupar el sillón central del palacio de los virreyes. ¿Se puede ser un estadista con capacidad de dialogar, o dedicarse a la política corriente, para satisfacer el camino más fácil, en lugar de pensar, lo que se va a decir? No negamos que todos los cambios pueden ser buenos cuando son progresistas, pero cuando se demanda el mando por el mando mismo, cuando se explota el sentido de nuestras gentes como para llevar a cabo cruzadas verdaderamente sin sentido, más que no sea el odiar por odiar, es aquí donde surgen varias cosas. Entre esas cosas hace surgir la desconfianza en lo que puede decir una encuestadora contra varias con el mismo tema y es que muchas veces nos dejamos ir aunque no participemos directamente por las atrevidas aseveraciones y esto es lo que hace llegar a la conclusión a los politólogos que, pudiera haber sorpresas el primer domingo de julio.
Léase bien: Pudiera haber sorpresas, porque no hay responsabilidad de afirmar de pi a pa una situación que se acaba cuando todos los representantes de todos los partidos políticos y otras instancias, den concluida la elección y establezcan los porqués. No hacerlo con el tiento que deben llevar estas cosas, también es una forma de pecar de irresponsabilidades.
Por esta razón y por otra, el inicio de este despacho habla de las experiencias que ha tenido la humanidad, Nerón, Hitler, Mussolini y hasta el Gengis Khan cuando iba a tomar la ciudad santa decidió dar marcha atrás. Cuando se retiraba volteó a ver el arco de la entrada y en el frontispicio se leyó: “Con este signo triunfarás” y en esto se advertía la cruz que habría llevado al redentor a hacer inmolado también por una multitud irredenta y analfabeta.