ECO PENINSULAR
Alfredo González González
Sencillamente, Ángel César.
Con este título, despedí a uno de los gobernadores más queridos de esta entidad, hoy hace 5 años, los mismos que se cumplen de su partida.
La última vez que nos vimos me dijo textualmente: “Mira, no sé cómo vaya a terminar esto (refiriéndose a su salud) pero quise hablar contigo para que le lleves este mensaje a mi ahijado Alfredo porque es necesario que se examine la vista. Se me quedó viendo con una mirada profunda y nos dimos un abrazo. Días después por teléfono me expresó José Hernández, su fiel escudereo: “Ya no tenemos más a Ángel César”. No necesitaba decirme más, colgamos en silencio.
Era un hombre cuyo sello distintivo era la humildad y la sencillez. Era su estandarte y eso le ganó el cariño de toda su gente. El cinco de abril de 1975 teníamos al primer gobernador Constitucional, electo por el voto popular y siempre llevó una amistad estrecha con otro recordado, Don Félix Agramont Cota.
Podríamos enumerar muchas obras que realizó, como la creación de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, la cual fue rebasada por su obra espiritual. Fue precisamente lo que NO hizo: no acorraló, no persiguió, no cometió asesinato, no le faltó respeto a la condición y dignidad humana. Fue un hombre que sabía decir que sí, pero también sabía decir que no. Luz y firmeza, firmeza y luz como el cristal de roca. Aún se le recuerda con cariño y respeto.
Jamás olvidó su condición humilde y en el transcurso de los años, su labor como gobernante y como ciudadano sin mando cada día se engrandece porque su trabajo siempre tuvo su sello humano. Propició el progreso social de un pueblo que desde 1920 venía luchando por el autogobierno.Gustaba de ir al lugar de los hechos a percatarse personalmente si sus órdenes habían sido ejecutadas. Cuando había que jalarle las orejas a alguien lo hacía con suavidad pero con firmeza, el aforismo latino ni más ni menos.
En los últimos años de su existencia, había un día a la semana que nadie sabía donde se encontraba, era el hospital del Seguro Social ayudando a un viejo amigo a llevarse la cuchara a la boca, era en el domicilio llevando el auxilio a otro viejo amigo que requería para una operación. En fin, una serie de actos que cumplía con la sentencia bíblica de que tu mano izquierda nunca supiera lo que hace la derecha, porque eso es lo genuino de la caridad, no publicitar el bien que se hace, porque pierde su esencia el ayudar a su semejante.
El despacho no se puede ir sin comentar una de sus anécdotas protagonizada por el escritor y periodista Carlos Domínguez Tapia, quien siendo colaborador de AntonioWilson Gonzáles a la sazón Director de Difusión de la administración del entonces mendocista. Carlos le solicitó un préstamo de 500 pesos a Toño, quien le contestó no disponer de tal cantidad: Le dijo: “pídeselos al Gobernador que estásolo en el despacho”. Dicho y hecho se dirigió al Lic. Héctor Castro Castro, Secretario Particular y logró pasar al despacho central de Palacio de Gobierno. Carlos, palabras más palabras menos, le dijo con una emoción en el rostro:”Señor Licenciado, vengo henchido de placer y de alegría pues me acaban de otorgar la medalla de oro Simón Bolívar por un trabajo de un certamen literario; pero Usted sabe, no tengo los fondos para ir a Caracas a recibirlo”. El Lic. Mendoza lo felicitó e inmediatamente giró instruccionespara que se le proporcionara lo necesario para trasladarse y pagar su estancia. Agregaría Carlos que fuera más espléndido en los viáticos porque estaría unos “diitas” en la Ciudad de México para visitar centros históricos.
Se disponía a salir Carlos cuando el Lic. Mendoza lo detuvo y le hizo la señal que se acercara y le dijo: “Mira Carlos, hace unos días estuvo (le dio el nombre de un licenciado), me habló por teléfono desde Caracas para que le enviara unas botellas de damiana, tortillas de harina y machaca y quiero que tu personalmente se las entregues…
Carlos se puso lívido porque no podía decirle al gobernador la verdad, pues había ideado una mentira, entonces, agregó Ángel César:” Es un encargo muy especial, voy a hablar con el licenciado para decirle que su encargo lo quise hacer en forma personal”.
Toño Wilson ya lo esperaba en la sala de gobernadores y le preguntó: “¿Que pasó Carlos, para dónde vas tan apurado? Y Carlos con una mirada furibunda, le contestó: ¡“Voy a Caracas!”
El pensamiento del día:
“DIOS CASTIGA SIN PALO Y SIN CUARTA”.