Perfiles de un hombre sublime.
*Flagelado, traicionado y crucificado. Su relación con el número 3
Corría el año 33, siendo emperador César Augusto y su representante el procurador Poncio Pilatos. 33 años antes, había nacido un niño en Belén, el día número 24 del mes de Diciembre, fecha que aún se recuerda como el nacimiento del redentor. El destino místico marcó dicho evento como la primera expresión de lo que sería su humildad pues habiendo nacido en un pesebre fue la primera protesta con todo aquello que se refiera a la a la ofensa a la desgracia. Sus padres, José y María y el niño representan para los católicos y/o cristianos la Santa Trinidad.
A los doce años, penetró al templo y asombra a los sacerdotes su increíble sabiduría. Durante dieciocho años pocos datos se tienen de Jesús. Hay quienes aseguran que un tiempo lo pasó con los Esenios. Según algunos pergaminos encontrados en el Mar Muerto y otros más que su preparación la concluyó como uno de los más grandes iniciados en la gran pirámide de Egipto. Sea como fuere, a los treinta años detonó su catecismo basado en la fraternidad, la tolerancia, la humildad, el perdón. Empieza por reclutar a sus doce soldados. Uno de ellos era Simón el pescador, cuyo nombre asignado fue el de Pedro, que significa piedad, Andrés y otra serie de considerados como sus hermanos en esa nueva esperanza que se iniciaba y donde tuvo la oportunidad de colarse el Iscariote, arquetipo de la traición de la humanidad.
Los milagros que de él se hablan como el de Lázaro, como el de la Levitación en el mar de Galilea, empiezan a despertar el temor en los Guardianes del templo y el principal instigador en su contra es Caifás.
Se encontraba Juan el Bautista bautizando en las aguas del Rio Jordán, cuando dos observadores vieron por una ladera donde descendía una figura alta, su cabeza era rodeada por un aura luminosa con una túnica blanca y unas sandalias. El movimiento de sus brazos advertían su gran decisión, bajó hasta el margen el Rio Jordán y Juan el Bautista, volteó y el reflejo de unos ojos intensamente azules mantuvo su mirada, ya no le cabía duda, había llegado el mesías.
Con humildad, Jesús se hincó sobre las aguas y le dijo: bautízame. Jesús lentamente fue tomando el agua y cayendo en su cabellera. Debemos decir a ambos los unía la creencia de un ser superior sino también los lazos familiares, eran primos hermanos.
Seguiría su peregrinar y cada vez eran más fieles los que se le unían. En el sermón de la montaña, les enseñó a pedir a su padre: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombra, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofende, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal, amén.” (sic).
El llamado domingo de ramos entró a la ciudad sana, recibida entre hossanas y palmas, sin embargo, ya se estaba fraguando la traición por la frustración de Judas el Iscariote. Pocos días más tarde, Judas fue llevado ante Poncio Pilatos y en un acto de cobardía, se lavó las manos cuya sangre de aquel justo, nunca se le borró. Al preguntarle al pueblo, encabezado por los que mangoneaban los libros de la ley de Moisés que si a quien dejaban libre, a Jesús o a Barrabas y se escuchó la sentencia trágica, que a Jesús lo crucificara, y a otro que era un ladrón y asesino, lo dejara libre.
Era el viernes de dolores. De ahí azotándolo, vejándolo, lo coronaron como el “rey de los judíos”, plantándole una corona de espinas en su cabeza. Se inició el viacrucis hasta el cerro del Gólgota que significa calavera y se dice: que en punto de las tres de la tarde fue crucificado al lado de otros dos, Dimas y Gestas, pronunció unas palabras y uno de los centuriones romanos, dijo: en verdad era el hijo de Dios.
Hace mucho tiempo, seguí paso a paso, la extraordinaria trayectoria de un hombre bueno, justo, que trató de redimir a la humanidad y lo irónico es que todavía existe la avaricia, el crimen del hermano contra el hermano, el robo que lastima la pobreza y el hambre de los pobres.
El número 3, todavía no sé porque circunstancias estuvo ligada a la vida de Jesús: nace un día 24, si súmanos los dígitos nos da 6, que es divisible entre 3; al sumarse el número 12 que es la cantidad de apóstoles, suma 3; su familia, la componían 3 miembros, José María y él; fueron tres los crucificados; el Apóstol Pedro lo negó 3 veces antes de que cantara el gallo; murió a las 3 de la tarde a los 33 años de edad y resucitó, según la liturgia al tercer día. Además inició su catecismo a los 30 años y fue traicionado con 30 monedas.
El pensamiento de este día:
“NO LLOREN POR MI, LLOREN POR SUS HIJOS”. (JESÙS DE NAZARET).