ECO PENINSULAR
• Estaba fresquecita la edición. • Tiene buena “Conversa”.• Peligroso dormir con el enemigo. • Sonría. Es buen día. D.M.
Alfredo González González.
Fresquecita estaba la edición del peninsular y nuestras filiales digitales de Zuloaganoticias.com, cuando sonó el teléfono y una voz argentina después de los buenos días. Le prometí no revelar su identidad y luego me aventó la interrogante: ¿Por qué es enemigo del presidente? Repuse que yo no tenía enemigos que puedo no compartir formas de actuar y ser adversario que es una gran diferencia.
Repuso, hay una gran diferencia pero es que hasta esta fase de tiro por viaje, lo puede hacer pensar así. Sumé a lo anterior el hecho de que haya situaciones como la que arrojó la desobediencia de altos funcionarios que debían haber despedido a 424 en aras de la austeridad republicana y si a eso le sumamos y que lo pudo constatar Don Andrés Manuel, fueron edificios de salud en una entidad cuyos frentes era un himno a la estética, pero en su interior la obra negra quedó inconcluso.
Los desabastos de medicina en toda la nación, y en donde se dijo en una conferencia mañanera que ya sería subsanado el problema con la creación del instituto de salud. Sobre este último: ¿Cómo? ¿Cuándo? La inquietud estriba en que hay muchos que sobrepasamos la tercera edad y para nosotros el tiempo es oro.
Lo peor de todo, señora mía la denuncia es del dominio público y corresponde a las autoridades presentes, poner orden y sancionar con forme a derecho pero de inmediato no inflar más la válvula porque esto tiene un segundo trasfondo: Crear animadversión política con el dolor humano.
Sinceramente en algunas madrugadas adelantadas, pienso que no hay peor enemigo que un infiltrado, en un fuerte que trate de proteger o arreglar las cosas. Es más valeroso quien desde afuera analiza o critica sin odios patológicos, buscando el beneficio familiar de todos, porque los salarios se escurren, porque faltan médicos y maestros, más apoyo para los campesinos, porque la presencia de estos que traicionan, representan lastres como si fueran fardos en las espaldas de los sudcalifornianos en lo particular y de los connacionales en lo personal y sobre todos los de alto voltaje por ahí en el centro.
Protectores del nepotismo y el futurismo político a corto plazo, así como la urgencia de poner en la consideración pública del plan de desarrollo y la ruta crítica que ha seguido.
Hoy es jueves de sonreírle a la vida, de repetir la conseja del nazareno, nunca pierdan la fe y la esperanza.
La anécdota es parte de la biografía del escritor mexicano Roberto Blanco Moheno, son pasajes de su juventud en Alvarado Veracruz. Uno de los personajes se le identificaba como el Tío Tamarindo. Líder de los pescadores, liberal, admirador de Juárez y su amigo y adversario político era el cura del lugar. Un día se enteraron de que se había salido del cauce el Río Papaloapan que afectaría gravemente a los habitantes de río arriba. El tío tamarindo y el sacerdote organizaron una brigada para prestarles ayuda. Fue un éxito la coordinación entre el masón liberal y el sacerdote, porque aun cuando había diferencia entre los habitantes de ambos pueblos, en un momento de peligro unificaron esfuerzos. Para festejar el éxito se metieron a una taberna y como al señor cura le gustaba el tibiri tabara se aventaron sendos vasos de ron.
Ya desmadejados empezaron a platicar y pese a las discusiones bizantinas, el cura le expresó al viejo pescador: Mira tío tamarindo, si yo no hubiera escogido la carrera eclesiástica me hubiera gustado ser un liberal como tú. El viejo chimuelo se le quedó viendo y le dijo: Fíjate en una cosa, si yo no hubiera sido liberal, me hubiera gustado ser cura.
Dice el escritor, muchos años volvió al pueblo siendo un adulto y se dirigió al cementerio cuyas cruces todas estaban pintadas de blanco. De pronto se paró en seco y en una tumba estaba el tío tamarindo y en la otra el sacerdote. Hasta el final estuvieron juntos. El tío tamarindo había cristalizado el sueño de organizar una cooperativa pesquera y el sacerdote no quiso estar lejos después de su existencia de quien era su adversario más jurado, pero que en el fondo había algo más que odios y tonterías.