ECO PENINSULAR
Alfredo González González
Era el 5 de agosto de 1958
Iniciaba un largo recorrido
El día 3 de agosto de 1958, mi madre me dijo: aquí tienes setecientos pesos y el boleto de avión para que viajes a Guaymas, Sonora y de ahí a Benjamin Gil, donde tomarás el tren con destino a Mexicali. Me dijo, tardé meses en juntarlos. Dos días después, abordé un avión DC3 de la Douglas, cuyo nombre era Juan María de Salvatierra, que pertenecía a la línea trans-mar de Cortés, cubriendo la rutaLa Paz-Puerto Cortes-Loreto-Santa Rosalía y Guaymas.
El piloto era mi gran amigo el Capitán, Antonio Gastelum. El que escribe, contaba con 18 años de edad, llevaba conmigo el documento que me acreditaba como maestro normalista, en noviembre del mismo año, cumpliría los diecinueve años. Fue el 17 de septiembre del mismo año, cuando el maestro Lorenzo López González firmó mi nombramiento. Me comisionaron a la Escuela Estado de Baja California, de ahí al Ejido Colima, después, al Ejido Cuernavaca y finalmente llegué al Puerto de San Felipe en donde encajé al dedillo con compañeros profesores que se convertirían en compadres y hermanos: Eduardo Galindo Domínguez, Jorge Castillo Cota, Ramón Márquez Orozco y mi santa comadre Sofía Guadalupe Márquez Orozco, ya era el año de 1960.
Esas estancias me permitieron conocer a fondo, tramas y progresos entre los hijos de Ejidatarios y pescadores. Mi primera reacción fue de alegría ya que al término del primer semestre de 1958, mis cuarenta alumnos ya sabían leer y escribir. Ahí mismo recordé lo que me diría años después, Manuel Salgado Calderón, a la sazón, dirigente de la Sección 3 del SNTE: el arquetipo del maestro rural mexicano es Graciano Sánchez.
De nuestra parte podemos decir que destaca un escritor famoso, el profesor Ignacio Manuel Altamirano quien escribió una obra titulada Navidad en las montañas. Mayor Mérito tiene ya que pertenecía a una corriente indígena.
Cuando llegó el año de 1965, me concedieron un permiso especial para venir a luchar con el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS). El vaso se desbordó cuando fuera de sus casillas, el gobernador de la época de extracción castrense realizó una declaración temeraria que apareció en 8 columnas y que dice así: “Los sudcalifornianos son flojos y muertos de hambre”. Con escasas firmas que recabé en Tecate, Mexicali y de pasadita en Tijuana, me presenté ante un comité.
Finalmente, regresé en 1966. Me tocó una buena mujer, que ha sabido responder a sus responsabilidades.
La lucha tomó el tinte de civilista, sin ningún desdén adverso, pero, Agustín Olachea Avilés se había ido a la campaña de Adolfo López Mateos y se nombró al General Petronilo Flores Castellanos, como gobernador interino, quien al poco tiempo murió trágicamente. Para sustituirlo fue al relevo Lucino Marcial Rebolledo quien era Teniente Coronel. Como se ve, el centralismo no cejaba en su empeño.
Sobre mis vivencias, diré a ustedes que una mañana llegó a mi domicilio mi buen amigo Francisco Romero Escopinicchi para darme el recado de que el maestro de maestros, Domingo Carballo Félix, quería intercambiar impresiones con un servidor. Hombre de trato directo, me dio la sorpresa que ansiaba desde tiempo atrás: Tengo 24 horas de cátedra que según mi padrón, eres el indicado para atenderlas. A los pocos días me dirigía por un pasillo a atender mis clases, en la Benemérita Normal Urbana.
Una de tantas veces, escuché su voz, di la media vuelta y me dijo: hay 6 horas más, pero, vas a dejar las 6 horas de ciencias sociales y te las arreglas para atender tu cátedra de filosofía en la Preparatoria Morelos.
Todo lo anterior, me dio la facilidad de conocer a mi parroquia escolar. Entre toda esa muchachada, todos muy buenos estudiantes, hubo un alumno distinguido. Conocí de los esfuerzos de su familia, su voracidad por la buena lectura. Cada libro se lo presté con la condición de que a las 72 horas, lo retornara. Puedo estar seguro de que se sumergió en la cultura política.
El último libro que devoró, al menos de los que le prestó un servidor fue, Cuando la revolución se cortó las alas, de autoría de Graciela Mondragón, Secretaria particular del General Mújica, quien fuera constituyente de 1917, ya se encontraba muy enfermo el divisionario.
Víctor Manuel Castro Cosío, hoy con los reflectores encima y los jaloneos internos en el Congreso local, dio una declaración en la que estableció que hubo un comportamiento inadecuado de algunos diputados morenistas. Esto lo interpreto como un golpe seco a quienes se desesperaron.
El verso de este día:
Da bienestar el rosío
No debe quedar al margen
Debe limpiar su imagen
¡Víctor Manuel Castro Cosio!.