ECO PENINSULAR
Alfredo González González
El Che Abente: otro héroe anónimo
Norbell, Fernandito y un amigo íntimo, Fernando Jordán, mueren trágicamente.
Un pato que transita por tierra, aire y mar.
Un personaje que como cualquier ciudadano bolea su calzado por las estribaciones de su oficina.
Hace algunas ediciones recordábamos a un héroe anónimo que dejó huella cuando el Ciclón Liza, el Ingeniero Ferrón. Hoy recordamos a otro, nacido en asunción Paraguay y becado, vino a México a estudiar aviación. Se trata de César Atilio Abente Benítez, conocido cariñosamente como “El Che”.
Al concluir sus estudios en el colegio del aire de Santa Lucía, había surgido el conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia conocido como la guerra del Chaco, solicitó un permiso para luchar al lado de sus compatriotas. Al concluir el apremio, retornó a México y solicitó la nacionalidad mexicana, que bello gesto, concediéndosela el presidente, Lázaro Cárdenas del Rio.
Al paso de los años, conoció a un antropólogo que era más escritor y poeta, el buen amigo Fernando Jordán Juárez, el autor del poema Calafia con quien se propició una entrañable amistad. Fernando Jordán tomó asentamiento en San Juan de la Costa, en las cercanías de la familia Almaraz, a la que recuerdo con especial cariño, porque no fueron pocas veces las que fuimos a acampar a aquel lugar.
Un día de mayo de 1957, Fernando Jordán murió trágicamente en su habitación, aquí en la ciudad de La Paz. El Che, tuvo pinceladas trágicas, Fernandito, su hijo, muere trágicamente en María Auxiliadora en su máquina área vultee. Norbel, hermano mayor, jugando con un arma, falló el seguro y se dio un tiro.
En lo referente a Jordán Juárez, presuntamente se suicidó. Esto último no me convenció. En una visita que realizaron los integrantes de la Asociación de Escritores de la Península, se tomó el acuerdo de solicitar al entonces, gobernador Hugo Cervantes del Río, un informe detallado. No varió: suicidio. A través de los años, me he preguntado los pormenores de cómo encontraron el cuerpo. Éste estaba arropado hasta la cabeza.
Debemos de suponer de que el escritor se dio el tiro tuvo tiempo de cubrirse y dejar el arma colgada de una de sus manos, cuando el proyectil era mortal por necesidad. A esto, la conseja oral le agregó, que Jordán tenía un manuscrito para mandar a impresión que se titulaba, “El cacique”, documentos que nunca se encontraron.
En un sepulcro del Panteón de los Sanjuanes, están los tres sepultados, bajo un obelisco que tiene una placa con un epigrama escrito por el abuelo materno de Fernandito, don Tomas Perrin, epigramista destacado del periódico Excelsior.
El Che, enseñó a muchos jóvenes a introducirse al mundo de los pilotos Aviadores en una modesta escuela de aviación. En una ocasión estando comisionado en Hermosillo, Sonora, dan la alerta del secuestro de una niña y que el delincuente se dirigía rumbo a Guaymas. El comando aéreo le ordenó que hiciera un vuelo nocturno para interceptar al criminal. El vuelo sería a valor porque la tecnología no estaba avanzada para pilotar de noche. El Che lo logró y coordinado con las fuerzas de seguridad, con retenes y vigilancia por brechas aledañas, capturó al secuestrador. Fue muy querido y respetado por la sociedad.
Personalmente, conocí a césar Atilio Abente Benítez y había tardes que comentábamos muchas cosas en su casa por Félix Ortega, por ahí, cerca de una panadería.
Algo para comentar, no es común que un funcionario de alto rango se le vea cruzar la calle solitariamente para asearse el calzado. Implica la reflexión que el hacerlo, le busca el trato con la gente, mezclándose entre ellos. La forma define el fondo. Ya lo dije, un hombre de buena y positiva alzada.
El verso de este día:
Un personaje potente
se los expreso a vosotros
se quedó entre nosotros
el popular Che Abente
con el pensamiento creador
aunque le arropó el dolor
fue un ser sencillo
heredando un buen recuerdo.
El pensamiento de este día:
¿Conoce usted un pato que se desplace en el aire, en tierra y mar?. Un buen amigo llamado Alberto Ayala Luken, apodado “El Pato”, desde un modesto piloto, llegó hasta líneas aéreas internacionales. Gustaba de manejar vehículos pesados como los llamados “trailers”, pero además, por su vocación al mar, llegó un momento de que hacía las veces de los que se llama el práctico, conduciendo barcos en la bahía de La Paz, sorteando los problemas que ofrecen aspectos submarinos llevara a anclar en el muelle fiscal. Ayala Luken, un pato que vuela, nada y camina sobre tierra firme.