ECO PENINSULAR
Alfredo González González
Chava Salgado, donde te encuentres: dame la mano.
Las necesidades comunes, consolidan.
Chuy Chávez Jiménez, ¿recuerdas el calisureño?, no nos rendimos
Durante el periodo de gobierno de Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, crucé una llamada telefónica con Chava Salgado y directamente me dijo: estamos abiertos a todas las corrientes de opinión. Así es que ya sabes, era la invitación para publicitar actividades del candidato Covarrubias.
Concluido el proceso electoral, tocó a Salvador, convertirse en el publirrelacionista del gobernador electo. De un ayuno de 12 años, variaron las cosas. No lo olvido. Un día de tantos ya con cierto trabajo, fui a visitarlo a su oficina para tratar un asunto de carácter personal en el cual me inmiscuía con una posición más tranquila laboralmente hablando para una gente allegada a mí.
La respuesta fue sincera para decirme que no había posibilidades porque se cargaba con un recargo de plazas entregadas con anterioridad al mandato del gobernador. Me alteré un poco, hice algunos reclamos de los que no había caso y se levantó indicándome que era el final de la plática. Me tomó el hombro con una de sus manos y me dijo: “ya váyase, no se ande esforzando por subir escaleras, vaya a escribir a su casa….”
Lo anterior fue como la punta de un estoque toledano y fui bajando lentamente las escaleras de palacio y algo me hizo reflexionar.
Chava Salgado no es una persona ofensiva, entonces no era por ahí, sino que lo comprendí cabalmente cuando en los momentos más drásticos de la recuperación de los problemas de salud que he tenido, recordaba las palabras de Salvador. Entendí que era una invitación disfrazada a que no me rindiera. Poco después, ya se presentaban las primeras carencias de medicinas en el ISSSTE, a donde se tenía que madrugar a las 3 de la mañana para un turno en busca de un fármaco para una persona allegada a nuestra familia, que contenía 12 grajeas con un costo de 1200 pesos y que duraban para 48 horas. Por esos días, me disculpé públicamente por no asistir a una rueda de prensa y textualmente decía: “por andar del tingo al tango buscando un medicamento para un ser querido, se me hizo tarde”. Hasta ahí las cosas. Dos tardes después sonó el teléfono, era Chava Salgado y me dijo: el gobernador me preguntó, que chingado le pasa a Alfredo y entonces, le expliqué el problema y el nombre del medicamento. Por la tarde, ya tenía 6 cajas. Cinco días después me hablaron de un área del ISSSTE para decirme que se fuera al almacén a recoger la dotación completa del medicamento que necesitaría de septiembre a diciembre de ese año.
Con la voz entrecortada le dije a Salvador: esto jamás lo olvidaré. Y aquí te estoy diciendo: dame la mano, eres mi hermano.
El otro caso, es de un hombre especial al que con gusto le eché la mano en los tiempos en que eran víctimas comunes del narcisato. Muchos nos tuvimos que deshacer de lo último que nos quedaba, pero el precio valió la pena. Lo último fue un terrenito que me había obsequidado el profesor Benito, “zorro plateado”, Beltrán. Con esa cantidad sorteamos hasta el último minuto los embates de un sujeto que faltó al más elemental de los respetos: el de clavar la estaca a la tierra que lo parió. Por ese entonces, tuvo la mala racha Jesús y adquirió el periódico que inicialmente se llamó El Madrugador y lo rebautizó como El Calisureño. Conocí mejor a mi amigo y compañero Juan Melgar Sánchez y nos adentramos en la amistad con Chávez Jiménez. A Narciso no le dimos tregua ni cuartel. No nos pudo quebrar. Y cada vez más me acuerdo de Salvador y de Jesús.
Desde aquellos ayeres, algunas situaciones difíciles, tenía el hombro de Jesús Chávez, de mi tocayito Alfredo Polanco Holguín y desde luego, de Jesús Chávez que para darme distinción, me llama “mi General”.
Gracias Jesús, cuida tu problema y que Dios te bendiga. Como cosa curiosa su hijo, Antonio de Jesús ha tenido la distinción en las ocasiones que he intervenido en la tribuna del Congreso del Estado de quedarse con el discurso original. Hace días, regresó de Cuba y me hizo favor de visitarme hace unos días y me trajo un recuerdo de la gran isla consistente en una gorra militar con la imagen del comandante el Dr. Ernesto, “Che”, Guevara de la Serna.
El versito:
JAMÁS LO TUVE OLVIDADO
PORQUE NUNCA ME GANÓ EL CORAJE
CONSISTENTE Y BUEN MENSAJE
EL DE CHAVITA SALGADO
DECÍA UN PURISMEÑO
NO QUISIERON CONCEDER
COMO LO DICE EL ARRIERO
LO FIRMÓ EL CALISUREÑO
PONIENDO EN PAZ AL PODER
Y SE PUSIERON A MANO
¡JESÚS, ERES MI HERMANO!
La frase:
“SIN NOVEDAD EN EL FRENTE”.