ECO PENINSULAR
• La fuerza a ella en B.C.S
• Raúl Emilio Foullon Cabrera, Cesar Atilio Abente Benítez, Miguel Carillo Ayala, Cariñosamente Apodado “El pinocho” Etc.
• Algunos Participaron en la Segunda Guerra Mundial, en las escaramuzas aéreas.
• La hazaña del Che Abente.
A uno de ellos siendo un niño el que escribe, conocí al general de división de la fuerza aérea, llamado Raúl Emilio Foullon Cabrera.
Se acantonaron, todos los días a una hora en punto, pasaba un camión y personal del escuadrón, me hacían abordar, así me empecé a mezclar con mecánicos de aviación, y hasta en alguna ocasión, ya en la adolescencia, sentí vocación por la carrera, él es padre de la Sra. Elvia Emilia Jesús Foullon González.
Don Raúl Emilio, parecía jugar con los aparatos aéreos.
Los Virajes parecían jugar con el aparato, yo moría de miedo, hasta posar sus llantas, sobre la pista, Elvia, su hermano Andrés y su tío Joaquín, que se alisto en la Marina Nacional.
He escuchado hablar muy bien de Andrés, solidario con su hermana, quien se congratula, que su hermano Andrés, haya llegado al General De División Del Ejército, agregado Militar en el extranjero, y actualmente Contralor Del Ejército.
Por su lado el Piloto Aviador, Cesar Atilio Abente Benítez, nació en Asunción Paraguay, había sido becado para el colegio “Del aire”, de Zapopan, Jalisco, al estallar la Guerra, Del Chaco (Bolivia) pidió autorización, para ir a pelear con sus compatriotas.
Retorno México y pidió al general Lázaro Cárdenas, lo naturalizara Mexicano.
Entre las anécdotas que platicaba a un servidor, Abente Benítez, era otra águila descalza, al paso del tiempo, sintió el magnetismo de esta tierra.
Se vino toda su vida, fue el Comandante del Aeropuerto Internacional Manuel Márquez De León, y Posteriormente en Loreto B.C.
Durante estos lapsos, organizo una modesta escuela de aviación, en los que se encontraban como sus alumnos, Panchito Ruiz, Julio Morales, Alberto Renero, y José Antonio Gastelum, ( El águila Californiana), Quien se retiro con 30 mil, horas de vuelo.
El caso de Alberto de Jesús Ayala Luquen, que aprendió solo en su pequeño aparato, sus primeros pasos, fue en Guerrero Negro.
Posteriormente en La Paz, Voló con el che Abente, en la línea comercial Aerocarga.
Después de largos años de experiencia, lo llevaron hasta los simuladores de retro impulso, hasta llegar a cruzar los espacios de oriente.
Hombre con errores y virtudes como aquel, como yo, como todos.
Con la gran diferencia que el Capitán Alberto “el pato Ayala” fue un autodidacta, solía decir que el en su cuerpo sentía que cuando el aterrizaje, en aquellos enormes aparatos, lo sentía en el cuerpo y la sola expresión “ no necesito más que sentir un piquetito en salva sea la parte “
Retomando el caso del General Foullon Cabrera, era enérgico, no tuvo especial afecto, por la indisciplina.
Cuando estuvo en Chetumal Quintana Roo, se comentaba que le apodaban el “Tigre del Caribe”, por su temeridad de despegar un avión pequeño.
Hacia la maniobra que de tal suerte que a determinada distancia recorrida por la pista daba vuelta al avión y en unos segundos, el avión retomaba el vuelo normal combatió el delito un hombre que combatió en las Filipinas en la Segunda Guerra Mundial.
Ni el tiempo ha borrado, la imagen de Don Raúl Emilio, quien me brindó la oportunidad de estudiar en la Universidad de Chapingo, o como piloto aviador.
Mi edad, mi inmadurez, y la nostalgia de esta tierra las decline, y retorne de la capital de la república, pero también agradecí, a quienes me apoyaron para estudiar en la escuela Normal Urbana, de ahí curse la escuela Normal Superior hasta llegar, mi alma nutricia como catedrático de diversas materias
Después me aliste en las brigadas orteguistas que luchaban en los movimientos sociales, por la autodeterminación de los sudcalifornianos, para no seguir sufriendo el coloniaje económico, y político, aunque todavía algunas posiciones en delegaciones federales sean las presas de un centralismo contrario a las luchas republicanas.
Fui dirigente sindical, y también de un partido político a nivel estatal con buenos saldos y el cual abandone, por convicciones propias, sin irme a otro partido.
Desde hace 50 años quizás más, me he dedicado a escribir en diversos medios informativos gráficos y electrónicos.
Esto que sea un homenaje, a mi gran amigo Cesar Atilio Abente Benítez y al casi abuelito mío, Raúl Emilio Foullon Cabrera.
En la próxima edición, daremos a conocer la anécdota de un piloto muy querido al que le decían “El Piojo Quiroz”.
En el nivel nacional, Francisco Sarabia, Uno de apellido Fierro, Emilio Carranza.
FELIZ DÍA DE LA FUERZA AEREA