ECO PENINSULAR
• El último vuelo de José Antonio Gastélum Romero el “Águila Californiana”
Es el 22 de diciembre de 1958. Hacía cuatro meses que había enfrentado el reto de ser maestro normalista de educación primaria.
Me dirigía hasta esta ciudad de La Paz, hecho un recorrido en el ferrocarril Sonora B.C, Con destino a Guaymas Sonora, volaríamos ese mismo día por la tarde en la línea aérea TRASMAR de Cortez y a la hora de abordar la aeronave, se percató el capitán de que una llanta delantera estaba ponchada y fue menester pasar la noche en el puerto, desde luego con los gasto pagados por la compañía, ahí conocí a un hombre alto bien parecido oriundo de La Paz, nos bastó la tarde noche para que naciera una empatía recíproca, que con el tiempo se convirtió en un afecto sincero, esa persona era el capitán Piloto Aviador José Antonio Gastélum Romero.
Al día siguiente ya estaba listo el DC3 con capacidad de 28 pasajeros, así como su capitán José Antonio el copiloto de apellido Quintanilla.
Era una emoción indescriptible que apaga la nostalgia de esos 120 días. Faltando unos cuantos minutos para iniciar más sensiblemente los procedimientos del descenso la voz del capitán GASTÉLUM se escuchó en toda la cabina de los pasajeros, solicitando mi presencia en la cabina de mando, entre ambos operadores existe un pequeño asiento que me lo ofrecieron caballerosamente y empecé a ver el complicado pero atractivo procedimiento de un aterrizaje, ahí le pregunte que si por que giraba una bolita hacia la derecha y contestó que tanto como en un aterrizaje y despegue la gasolina debe ser de mayor octanaje y para eso inyectan más combustible a los motores. A la altura de la Isla Espíritu Santo me dijo “mira aquí esta parte de tu tierra, una tierra que todos queremos, defiéndanla, tú con el gis yo sobrevolando el cielo comunicando a los pueblos” (SIC), es inenarrable lo observado aguas color turquesa verde esmeralda azul marino y el aparato desplazándose serenamente.
Al enfilar a la pista me señaló el cinturón y empezó a comunicarse a la torre de control, los datos de velocidad del viento condiciones climatológicas etc etc. . Al descender del avión voltee hacia la cabina me hizo el salido tradicional y en la parte inferior se leía “Juan María de Salvatierra”, lo anterior se explica por qué la flotilla de la compañía era la ruta de los misioneros, ese avión había otro Juan de Ugarte Eusebio Kino en los que yo recuerdo ahorita.
Fue un esfuerzo extraordinario el de estos pilotos, se despegaba de aquí a Puerto Cortes, Loreto, Santa Rosalía, Guaymas y llegó una época en que hizo ruta hasta Tijuana y Mexicali BC. Con el tiempo llegó a tener la concesión de aparato de retro impulso. Y ya con la compañía de Aeroméxico.
Tiempo después ya radicado en esta ciudad, las circunstancias se dieron para que su hijo Fernando también piloto, de apellido Gastélum Lara, fuera el responsable inmediato del Centro de Readaptación de La Paz y un servidor como director general de Prevención y Readaptación Social fue un hombre leal porque nos encadenaba más la amistad que tenía con su padre, se hicieron muchas cosas positivas que ya mencionaremos aparte. Un equipo de trabajo extraordinario José Antonio Gastélum Romero, el Águila Californiana, hizo su último vuelo es un desplazamiento por la pista silencioso, las luces de la pista se apagaron por que la aeronave no volverá, el DC9 de la Douglas se desplaza entre el polvo cósmico, lo hace resplandecer entre estrellas y la aurora boreal que es el primer regalo de Dios.
Firme en los mandos ve feliz en la próxima terminal del universo a su esposa que lo espera, padres amigos que se marcharon antes que el que están disfrutando el convivio eterno. Dios siempre fue su copiloto durante 50 años acumulando 32 mil horas de navegación aérea y en la ciudad de México se le entregó la medalla con el nombre de un gran piloto mexicano Emilio Carranza.
¡Te ganaste las palmas hermano, anda ve con Dios!.
Si algún epitafio pudiéramos plasmar es el que aplicamos cuando despedimos a un amigo- amigo a un hermano – hermano: se la vamos a pedir prestado al polifacético escritor Norteamericano, Ernest Hemingway que aparece en su obra “por quién doblan las campanas”: “la muerte de cualquier hombre te disminuye porque soy parte de la humanidad, por eso nunca quieras saber por quién doblan las campana, estando doblando por ti”.
Con cariño Fraterno
José Antonio Gastélum y su Esposa Alicia Lara