ECO PENINSULAR
• Silvia Ortega, mujer recia, siempre musitando bendiciones. • Los contrastes de la vida. • ¿Quiénes deberían de sobarse el lomo? • Por enésima vez, acaten los llamados que hace la autoridad sobre la contingencia.
Alfredo González González.
Todos los días, con puntualidad inglesa, llega doña Silvia Ortega, el parteaguas de este periódico, portadora con las noticias frescas del día. La madrugada de anteayer. Escuché sus imperceptibles pasos, para colocar sobre la reja que protege la puerta de madera, las reflexiones del rotativo. Doña Silvia, es parte de un equipo que se formó inconscientemente ya que uno de mis nietos Alfredo Zuloaga González, es quien recibe mis inquietudes para su captura y uno de mis hijos se encarga de trasmitirlas a 3 medios informativos.
Sin ellos no habría resultados para este espacio. Llueva, truene o relampaguee, esté el clima gélido o cálido ella llega desde las estribaciones de San Pedro municipio de La Paz, hace un recorrido con su esposo en un carrito que tuvo mejores tiempos, para ganarse el pan con esfuerzo y sacrificio.
En el silencio de la madrugada adelantada, reflexioné porque da paso a los contrastes de la vida de la señora, que llega bendiciendo y se retira en la misma forma. Mientras esto se da en un lugar de la ciudad, existe una paradoja entre esto y otra señora que por el “delito” de sustraer subrepticiamente, una botella de aceite comestible y dos paquetes de sopa, por la elevada necesidad de sobrevivir, hay otros que se lucen en automóviles Mercedes Benz o en Ferraris de 2 millones de dólares, en una sociedad donde el hijo de un ex director de una paraestatal, las autoridades que pueden enterarse de los ingresos que como servidor público tiene, una mujer sufre el encierro y el olvido.
¿Quiénes deben sufrir? Quienes refrendan su verticalidad, con sacrificios y esfuerzos o los hijos de papá, que tuvieron la suerte de tener un padre con una vestidura de decencia y una corrupción espiritual. O bien aquel que la política cimarrona, cuantitativa y no cualitativa, convierte su área laboral como un Congreso Estatal, que la detonó como una cueva de Alí Babá.
De ahí pasé en la insistencia lógica, y normal del gobernante insular, para que los sudcalifornianos salgamos bien librados de esta contingencia. Mientras que otros, los que tienen fuero constitucional, andan como “perro a bofe”, tratando de atesorar y obtener control político y económico en el poder legislativo. Es lamentable que tengan descuidados sus distritos y se sumen al sector salud, a los médicos que están luchando a diario y surgen nuevas medidas como el hecho de proteger a los niños y a los adultos mayores principalmente, inclusive yendo a los hogares cuando se detecte un caso sospechoso. Son ejemplos sin discusión de la entrega de Carlos, del sector salud, sus médicos y enfermeras, frente al problema mundial.
Esta es la gran diferencia entre la gente que sufren las inclemencias del tiempo y de paso arriesgan su salud, pero trabajan con honestidad, con entrega, con esa orientación que una fuerza divina les ha dado, antes de tomar lo que no le corresponde.
Pero Don Esteban Ojeda, que pasa a los anales del cinismo y la desvergüenza, está bien protegido, obstruyen una labor, hicieron mal papel y ahora quieren más. Lo ridículo de esto, es que culpa al gobernante de sus propios desatinos.
Sin embargo todavía tiene una cuenta con la sección III del SNTE, cuando con el complejo de un trotskismo deshilachado tomó por asalto las instalaciones de una organización de trabajadores serie, que también sabe actuar. ¿Este es el modelo de la 4T?
Chispazo: Una para Rubén Muñoz porque entregó uniformes a los recolectores de basura. Una para Victor Castro Cosío porque puso al servicio las acciones de las delegaciones federales ante la incontinencia sanitaria.
Son aves de malaguero,
Se les perdió atingencia,
Frente a la contingencia,
Hay diputados sin inteligencia.
Ya se advierten muy contritos,
Extravían la cabeza,
No tienen delicadeza,
De apoyar a sus distritos.