ECO PENINSULAR
- Entre lo posible y lo imposible, está la fe.
- A propósito de impugnaciones.
- Señora Hernández de Covarrubias.
- Él hubiera no existe.
Alfredo González González.
Siempre he creído que la diferencia entre lo posible y lo imposible es la fe. En 1979 una serie de sucesos se mezclaron dentro de readaptación social y aferrándome a que podría encontrar la solución después de los procedimientos que se requieren, me dirigí a una modesta capilla ubicada en el altiplano de la ciudad y pedí con todas mis fuerzas a Dios y a unos de sus colaboradores más cumplidos. Desde entonces semana tras semana estoy unos minutos porque entendí que realicé lo posible hace más de 30 años. Días después evoqué lo que es el último evangelio de Jesús: Búscame en las rocas, en el mar, en las montañas, dentro de ti y ahí estaré escuchándote. Ahí afiancé mi espíritu que la fe convierte lo imposible en lo posible. Salimos airosos de una prueba más.
En cuestiones prosaicas que levantó la pretensión del caballero de Santa Anita para impugnar la elección de donde podía operar y seguir construyendo el “reinado de los 18 años” uno de los cafeseros exclamó: ES MÁS FÁCIL PONER LA DENTADURA A UN SER HUMANO QUE NO TENGA QUIJADAS O BIEN CUANDO SE CONGELEN LOS INFIERNOS.
Parte de este espacio se lo queremos dedicar a la señora María Elena Hernández de Covarrubias por la labor desarrollada al frente de DIF estatal. Desde Cabo San Lucas hasta Isla Natividad. Cuando sus huestes llevaron su mensaje que es la esencia de su proyecto “Valor sudcaliforniano”, un noble programa que fue al reencuentro de la familia. Este equipo de trabajo logró integrar a padres e hijos. Un noble programa que invitó a la comunidad a la convivencia al través de la cual se pueden conocer unos y otros. Ese valor que emerge cuando un sencillo campamento en el patio del hogar, en una sola noche puede hacer que se mezclen los sentimientos de padres e hijos y surja la comprensión mutua. Felicidades, señora de Covarrubias y equipo que le ha sido leal, porque de esta manera las familias nunca se sintieron solas por más alejadas que estuvieran de la capital del Estado y donde ahora cabalga el espíritu de la comprensión e integración.
En otro orden de cosas, se ha dicho que “él hubiera” no existe. Quiero ponerme como ejemplo cuando en algunas ocasiones le expreso a mi esposa: “Si yo “hubiera” tenido la experiencia que ahora tengo cuando contaba con 20 años de edad, ten la seguridad que hubiera sido el mejor esposo y también hubiera sido el mejor padre. La existencia del ser humano se va forjando a bases de experiencias y si esto lo aplicáramos a la recién derrota de los tricolores, a algunas gentes que son básicas para el partido, hubieran propiciado el reencuentro generacional y mezclar unas ideas y otras, y tal vez el frente no hubiera sido tan estridente. Pero él hubiera no existe y vemos las consecuencias a toro pasado, cuando las circunstancias Políticas son adversas y en lo personal sin ser el verdugo de los tricolores, poco o nada se puede hacer. Es el caso de Narciso que hoy recibe lo que justamente merece y los rojos en parte reciben el cumplimiento de caprichos que tras ellos se encontraba el despecho de los no nominados. Él hubiera no existe, si mi madre hubiera tenido los recursos económicos quizá hubiese sido médico o abogado, pero nos encontramos con la voz castrense de un viejo general que en forma cortante despidió a mi señora madre y a un joven de 16 años casi escupiéndoles en la cara: El gobierno no da becas. Si hubiera habido una poquita de comprensión. Pero él hubiera no existe.
La frase de este viernes es. El impacto colateral para quienes no alcanzaron el triunfo fue un hachazo en el espinazo de jóvenes y de niños que apenas estén ingresando a la primaria porque difícilmente encontrarán la palabra credibilidad.