No estamos descubriendo el hilo negro ni inventando el caldo de piedra. Definitivamente los hombres que habrán de enfrentar el proceso electoral para la máxima posición en la entidad son: Ricardo Barroso Agramont y Carlos Mendoza Davis.
Una vez dijimos en este espacio que ambos contendientes vienen de la estirpe con sangre de gobernadores y hay que decirlo porque estuve muy cerca de los dos y la obra de Ángel Cesar Mendoza Aramburo no tiene réplica así como el trabajo desarrollado para dejar lista una estructura fue el Ing. Félix Agramont Cota. Los dos sudcalifornianos, los dos humanistas, los dos que supieron entender a su pueblo.
Todos sabemos que después del primer gobernador oriundo de la entidad, Don Agustín Arriola Martínez tuvieron que transcurrir 50 años. Para volver a tener la oportunidad de establecer con el gobierno de la República el compromiso que marca el Pacto Federal, compromiso que no es otra cosa que el progreso y La Paz.
Con Don Félix y Don Ángel Cesar trabajé muy cerca y de eso hay constancia de las familias. En el caso de Don Félix mucho me enorgullece haber participado en la lucha que dio como fruto en 1970 el que haya llegado como también en 1975 ya como entidad libre y soberana, fuese el Lic. Mendoza Aramburo el que en un acto sin paralelo también y en ambos casos, el partido se ciudadanizó y al decir esto se salieron a la calle para decir que era lo que querían.
Por eso, el mejor homenaje que le podemos hacer a estos hombres lo mismo que a Don Alberto Alvarado, es: Respetar las reglas del juego. No hacerlo de nada habrá servido todo los esfuerzos realizados por muchos sudcalifornianos nacidos o venidos de otras partes, a luchar por lo que nos pertenecía.
Lamentablemente en este cumulo de ideales, arribaron vivales, que aprovechándose de la división, y aun siendo hermanos de sangre nuestra, se olvidaron de su origen y específicamente me quiero referir a quienes hoy desean regresar al poder sea municipal o estatal aunque algunas condiciones se estén dando para que así suceda.
Nadie más responsable de lo que pase seremos nosotros mismos, porque se debe poner cada cosa en su lugar.