- Lorena Hinojosa: Empresaria valiosa.
Alfredo González González
Desde que yo recuerde de mi infancia y primera juventud voy hablar con la autoridad de una experiencia de cómo se inicia la industria alimentaria fundamentalmente en nuestra ciudad capital. Recuerdo de aquellos tiempos que las primeras manifestaciones de la época a la que me refiero fueron muchachos que en baldes cubiertos con una tela de manta trigueña bien aseada, salían a vender empanadas de picadillo, del bueno, con pasas y aceitunas y papitas pequeñas. Deambulaban por el muelle y todos aquellos centros como el estadio ofreciendo su modesta mercancía.
Al paso del tiempo una persona de nombre Cándido Núñez, hacía lo propio pero con tacos dorados, bien armados y elaborados con almeja, carne, y mantarraya. Con una bandeja al hombro iba recorriendo las calles. Los hizo populares ya para entonces en un carrito con llantas de bicicleta tenía un punto de referencia al que acudíamos a saborear esos platillos. En igual forma Don Antonio Wilson Fernández que hizo célebres los llamados tacos de aserrín, también tronadores y Nicolás Martínez Villalba a quien cariñosamente llamábamos el talismán, iba y venía con un carrito también de las mismas características del de Cándido, vendía unas tortas bien ricas, quitándoles el migajón y rellenándolas de carne deshebrada con chile colorado, él los llamaba campesinos. Posteriormente Don Antonio Wilson realizó su sueño y abrió la lonchería llamada la ideal en Revolución y 5 de mayo. El atractivo eran los tacos dorados de aserrín independientemente de otros guisos. Por este mismo tenor, Nicolás Martínez abrió otro restaurante al cual se le identificaba como hotel central porque también tenía adjunto una modesta área de hospedaje, aquí se haría célebre el pecho de caguama a la greña, la sopa de caguama y la aleta rellena. Se nos olvidaba otro personaje cuyo apellido no recuerdo pero se identificaba como Goyito también famoso por sus tacos.
Y una mujercita que todos quisimos también, Pachita Díaz cuyo restaurante estaba en la calle Independencia, entre Revolución y Madero. Tenía 3 hijos a los que traté directamente, Gaspar, Melchor y Baltazar, de tal suerte que el 6 de enero les hacia una cena modesta a base de chalupas que hoy llamamos sopes, champurrado y otras menudencias. Posteriormente vino La Preferida, primer restaurante sin puertas, donde más de un desvelado iba a curar la cruda con un menudo caliente.
Quisimos hacer este parangón, para llegar a los tiempos actuales y comentar el esfuerzo que ha venido realizando una mujer valiosa que abrió el restaurante El Zarape y ella es la señora Lorena Hinojosa Oliva. Una mujer que sabe manejar las relaciones públicas. Se le ve cotidianamente atendiendo a la clientela con mucha cortesía y respeto y nos ha llamado mucho la atención la oferta que hace durante las fiestas patrias donde va poniendo a la opinión de la ciudadanía los platillos de diversas regiones del país. Imprime una nueva modalidad y obviamente los resultados le han sido satisfactorios. Pero no se ha dedicado únicamente a lo que pudiera significar con toda justicia el fruto de su esfuerzo personal sino que junto con otros restauranteros ha promovido la industria alimentaria, fortaleciendo de esta manera el turismo, la generación de empleos, y ofreciendo al público diversos sabores como el pastel azteca, los tacos de flor de calabaza, cabrito, y creo que han entrado al Record Guines con la participación con muchas gentes que se dedican a la industria del alimento, demostrando que con la suma de los esfuerzos se pueden engrandecer los negocios pero sobre todo compartir lo que ello produzca con los ingresos familiares de los trabajadores.
Lorena, pues, es una mujer creativa y no pongo en tela de duda que haya muchas personas más, como aquel famoso platillo que hasta donde tengo entendido ocupó un segundo lugar en una exhibición internacional que está hecho a base de camarones imperiales. De ese corte se puede medir la creatividad de la señora Hinojosa Oliva que no solamente se apega al librito o al recetario, sino que aplica su ingenio y su creatividad. Esperemos que el Zarape II ubicado en Álvaro Obregón tenga los mismos resultados. Enhorabuena.