ECO PENINSULAR
• En un solo amigo, todos los amigos. • La expresión de una impecable solidaridad.• Me recordó a un buen hombre que “alegre de Guaymas salió una mañana”.• Tú nunca te fuiste, siempre estuvo tu espíritu con una blanca vela.
Cuando pensamos que la intranquilidad nos asalta por diversas causas y nos sentimos en un callejón sin salida, de pronto sentimos en el hombro una mano fuerte que nos hace sentir que el humanismo no se ha extinguido y es cuando el pensamiento se despeja y refiere a la fe y la esperanza que dejo como herencia Jesús a nuestros abuelos y por qué su padre Dios sabe ir acomodando las cosas en el universo.
Una tarde anterior en forma circunstancial oí la voz del hijo de un buen viejo amigo. Voz firme de irreductible fortaleza que nos animó. Al intercambio de expresiones me dijo que sabía que un tiempo anterior había tenido y tengo problemas difíciles que se derivaron de una accidente en casa y que nos han impedido realizar acciones directas y desde luego que nos retribuyan y que le daba gusto estar de pie y ambos dimos gracias a Dios por que aun con sus problemas también cumple con su deber.
Le comente que traía coloquialmente hablando el chamaco atravesado desde hace algún tiempo. Nada de sugerencias económicas por que una persona de todos mis afectos sufría y me dijo: ¿Qué puede tranquilizarte? La interrogante daba luces y esperanzas y eso solamente lo hace una persona a carta cabal.
Ahí es donde nace este despacho, porque por las inflexiones de nuestra voz pude percatarse de que las fuerzas a veces ya no me alcanzaban. Evoque a un hombre, que “alegre de Guaymas salió una mañana, llevando como ave piloto su dulce esperanza”.
Ese amigo desplego sus velas por el mar de la existencia. De niño lo recordamos en los campos llaneros de beisbol.
Mucho tiempo fue una especie de ayudante para tareas sencillas de licenciado Emilio Garmendia Villafañe a la sazón el juez de distrito más probo del que se tenga memoria.
Fue el de la barca que dormía la siesta con el ritmo de las marismas y la vista de las gaviotas que decían adiós al agitar sus alas cuando el ángelus la oración de la tarde que va indicando el final del día marca el preámbulo del invierno ese otoño melancólico y reflexivo.
“Cansado viajero que tornas al puerto de tierras lejanas por mares ignotos tus santos anhelos hundió la borrasca, por eso está rota mi alma y las velas que traigo en vías tristezas del alma”. Pero volviste. Jamás te fuiste. En cada amanecer dejo surgir las velas y emprender el vuelo y navegar por el espacio sideral, bajo el baño del polvo de estrellas encontrando la felicidad.
Inspira fraternidad y en tu persona nos encontramos todos los amigos y los amigos de los amigos, pero tú has sido el más grande porque siempre luchaste por los tuyos.
“Cansado viajero de que región vienes sin vela y sin anclas, que fuiste cantando y hoy vuelves trayendo dolor en el alma, eres el viajero que alegre partiste de Guaymas una mañana”.
Hoy has vuelto con ese temperamento de uno de los tuyos a dar tranquilidad a un hogar.
Cuando retornes a la aventura de la vida surgirás de la aurora hacia el ocaso y tus mensajes siempre serán de fraternidad, de unidad, de deberes cumplidos y se ira recomendando que algún día todos los hombres y mujeres se conviertan en sembradores y sembradoras de la amistad y no de intranquilidades ni de malos deseos para nadie.
“Buen viento y buena mar”.