- La credibilidad Política.
- Partidos y religiones, no son malas.
- El chascarrillo de Ramos Zepeda.
Siempre he pensado que le éxito de todo Político reside en infundir CREDIBILIDAD. Cuando hay reciedumbre, el Político es querido y respetado. Puede desplazarse por donde sea y siempre será merecedor del respeto de sus conciudadanos. Cuando quien accesa al poder público va de mentira en mentira y de pifias, piensa estar chamaqueando a la ciudadanía, es cuando se gana el desprecio y la crítica justificadamente fundada. La credibilidad es la cualidad del Político ponderado. Pero no mentir porque eso lo hace navegar por el mar de la demagogia y obviamente la repercusión lógica que eso acarrea derrota tras derrota.
Correlacionando el segmento con el anterior, debemos decir que no hay partidos Políticos o religiones que promueven las creencias malos, porque finalmente existe bondad en un ser supremo y el bienestar colectivo en el ejercicio de la Política.
Entonces, cuando se refieren a algunas personas quienes no alcanzaron la victoria en un proceso electoral no debe arremeterse contra los partidos Políticos que no tiene la fortuna de ganar.
Una cosa es que uno o más abanderados no apliquen la declaración de principios y los programas de acción que es grave y otra, la respetabilidad que los críticos no le merecen las instituciones partidistas.
Lo anterior se deriva de que dichas instituciones buscan el bienestar común, deben modernizarse, evitan la estereotipación de gentes que representan lastres y que sus dirigencias no han sido capaces de erradicar y con ello, se convierten en cómplices para pulverizar la credibilidad y dejando a los partidos Políticos inermes por la ambición y la traición.
Siempre he dicho que en todos los partidos han existido gente de valor: los Clouthier, Rodríguez Peraza, Morfín, etc. Por los Independientes el Bronco que ganó la gubernatura por Nuevo León y un Diputado Federal por el PAN de la dinastía de los Clouthier. También Cárdenas, Calles, y López Mateos, etc. Por el Panal, Humanista, y otros también los debe haber e igual debe haber gente buena. Y si las hay negativas, las instituciones Políticas no son culpables de los desvíos de las conductas públicas que les demandan sus credos Políticos.
Desde tiempos atrás, el pueblo con su filosofía manifestaba sus incredulidades: según un chascarrillo de mi amigo Juan Ramos Zepeda en una campaña para Diputad Federal, en una comunidad rural un anciano le decía insistente señalando a su nieta, al candidato: ¡Míralo! ¡míralo! La nieta le preguntó ¿Por qué, abuelo? Porque nunca más lo vas a volver a ver.
Lo mismo sucedió con un candidato a presidente municipal por La Paz. Como Diputado local nunca visitó su distrito y desde luego, le pasaron la factura. Pensó que eran los tiempos de antes pero fue la respuesta que se dio a un capricho de que fuera el candidato.
Sin ninguna iniquidad
Sin pensamiento raquítico
Cualidad de los Políticos
Es la credibilidad.
Pensamos que era muy chicho
Pero insistió la ingerencia
Obligó a la dirigencia
Que cumplieran sus caprichos.