Cuando se ofende la veracidad de los hechos.
Por: Alfredo González González
Se falta al respeto la historia cuando tratamos de borrarles la memoria a los pueblos.
Sin embargo, la verdad tarda y un día llega y nos llena de sorpresas y de estupor. Este despacho está sujeto a replica, sin embargo nuestras fuentes informativas recabaron datos y nos encontramos que alguien en un arranque de eufemismos cambio la verdad por las paradojas.
En primer término queremos referirnos a una ingratitud cometida con la nación Yaqui que lucho en la segunda intervención francesa y no permitió que pasaran a territorio mexicano. La envestida fue en Guaymas Sonora llamada entonces Puerto Yaqui. El caudillo Cajeme que traducido al español quiere decir “el que no bebe” enfrento a los invasores.
Años después quienes habían defendido la causa de los liberales y ya siendo presidente Porfirio Díaz, José María Leyva, Tetabiate, debió enfrentar a aquellos a los que en años anteriores sus padres habían sumado sus fuerzas.
La guerra de los Yaquis ha sido una de las más largas. Duro 20 años y es el etnocidio más cruel pues la población del bacatete fue diezmada de 40 mil que eran a 20 mil yaquis.
El coloniaje militarizado ahora se ponía en contra de quienes habían aportado su esfuerzo para desterrar a la invasión francesa.
¿No es acaso una traición contra los propios hermanos?
Existió otro suceso en el año de 1913 cuando se dieron el agarrón las tropas federales contra los orteguistas.
Dentro de todas las cosas que quedaron para la posteridad quedo el canto popular narrando el suceso de la rivera el 15 de mayo. Un canto al recuerdo y al valor y en los últimos años uno de los versos que señalaba en una de las partes del corrido la palabra tierno para que rimara con gobierno.
Falso de toda falsedad.
Gentes de valía en la región de Miraflores como Bertita Navarro, Chalito Kennedy que he sentido mucho su fallecimiento y otras personas nos relataron la verdad, una verdad rescatada por ellos a través de sus abuelos o de sus amigos. Esta es la reseña que tenemos en nuestras manos: Manuel González Amador y su hijo, un niño de 7 u 8 años se encontraban en la cuesta de Vásquez cuando fueron sorprendidos por soldados federales al mando de Locadio Fierro.
En tanto el general Ortega se enfrentaba a un coronel huertista en caduaño. Manuel González al verlo irremediable ya dándose por perdido seguramente pidió que a su hijo lo dejaran libre. Fierro accedió y le ordeno a González Amador se diera la vuelta y cuando le dio la espalda le disparo varias veces. El niño que se llamaba Eutimio Gonzales siguió caminando cuando se escuchó una ráfaga de disparos, el cabo fierro había descargado su arma sobre las pequeña espalda del niño. Viejo cabron me diría un lugareño. Muchos años después al enterarse un grupo vecino encabezado por Bertita Navarro fueron a exhumar los restos del niño de un pequeño montículo casi adentrándose en el monte lo sacaron y lo trasladaron a Miraflores en donde se encuentra sepultado con el rito de la iglesia católica.
Por eso el corrido dice en una de sus partes: “Martiniano Núñez le grita al cabo fierro/ aquí no se come tierno… en este vocablo se advierte que se hace referencia al militar ya que ahí no se permitía que mataran niños ni ningún otro ser humano.
El corrido sigue por entre las cañadas, los más mesetas por entre la sangre que corrió generosa, en todos esos lugares y de que un representante del gobierno federal viniera a matar niños como en el caso de Eutimio Amador.
Continua el corrido entre las mesetas y picachos y hay quienes al transitar raramente por la cuesta de Vásquez recuerdan aquello de: fierro desprecio, el valor californiano/ perdiendo la vida/ a manos de Martiniano.
Dobles filípicas a quienes eran unos verdaderos asesinos pero que se encontraron con la reciedumbre y la fe en sí mismo de un pueblo acostumbrado desde siempre a luchar y de siempre a vencer.
Ahí le dejamos al arribismo pernicioso, trepador y bandidos, la respuesta de los sudcalifornianos.