Tema único: un extraño recluso
por: Alfredo González González
Antes de entrar al tema de lo acontecido en readaptación social de La Paz vamos a hablar de un extraño recluso. Antes daremos unos importantes antecedentes que se refieren cuando los internos eran tratados en una cárcel del Distrito Federal. En 1900 se terminó la construcción del palacio de Lecumberri que se había iniciado en 1885 (Wikipedia). dicen los investigadores que era una expresión de luz y sombra. Porque también se utilizó como locación de escenas dramáticas como la película “nosotros los pobres” estelarizada por pedro infante Cruz y blanca Estela Pavón a la que se llamaba en la película “la chorreada” actualmente es el archivo general de la nación.
El sonado caso de “la fuga del siglo” escrita por Carlos Castro Contreras, venezolano en el año de 1974.
Relata los trastornos emocionales que acontecían en el “palacio negro”. El 19 de agosto de 1971 aparece en el periódico del Distrito Federal “La prensa” un encabezado a 8 columnas Kaplan, el asesino de Melchor Vidal con un sumario que decía: -A bordo de un perímetro azul se salieron de la penitenciaria-. Fuego a discreción ordeno a la policía al perder la pista.
El libro de Carlos Contreras decía que la vigilancia con siglas oficiales no se imaginaron que era el vehículo de la fuga. Cuando se percataron de su error Kaplan y Contreras iban rumbo a la libertad. Relata contreras toda clase de abusos e ignominias que se cometían con jóvenes reclusos. Añade lo de las celdas de lujo para los influyentes que gozaban previas jugosas juntadas de mano exquisitas viandas y vinos importados y hasta mujeres de bellezas sin par.
Era todo un altar el pisoteo a la divinidad y la condición humana.
Esto destapo una cloaca de sistema penitenciario mexicano cuya presión insignia era el palacio negro, se derivó de esto misma la inquietud de un grupo de personajes humanistas como Carlos García Ramírez, el Dr. Quiroz Quaron y un doctor que fue la autoridad inmediata superior de los directores generales de prevención y readaptación social de las entidades que lamentablemente no recuerdo su nombre.
Y se inicia una etapa franca donde se reflexionó sobre el derecho de seres humanos y empieza una nueva era donde los reclusos o eran tratados con respeto y observando las reglas de la disciplina. Nada de apapachos: deporte, terapia laboral, educativa, etc. Lugares adecuados, clínicas, campos deportivos, habría que tratarlos con derechos humanos y no como animales.
En una ocasión estando en el Distrito Federal hoy Estado de México me encargo una persona llorando que fuera ver a un familiar que se encontraba en Lecumberri, me explico que había sido víctima de la persecución política porque su pecado fue haber sido Henriquista y todos ellos fueron perseguidos. En principio por seguir una visita y había que entrevistarse con un teniente coronel que se encontraba al mano y se arregló que llevara una identificación que se me recogería al ingreso y únicamente 200 pesos en efectivo y del importe del transporte donde regresaría me hospedaba con un primo hermano. Así me entere que se llamaba Atanasio, en un principio supe que se había refugiado en Guatemala y apareció cuando se tranquilizaran las cosas. Pero en política no había perdón. Así que lo empezaron a seguir cotidianamente hasta el lugar donde tomaba el pesero, donde iba para el trabajo, cronométricamente tomaba el vehículo y desde luego el pesero como tal, aceptaba hasta tres pasajeros. Un día que ya estaban coordinados los agentes de seguridad lo vieron abordar el vehículo, y después de dos cuadras de transitar una dama empezó a gritar que la querían robar y lastimar, desde luego que los agentes policiacos estaban al punto y ahí empezó su viacrucis, fuimos a la celda asignada a él y sobre un buró que había tenido mejores tiempos estaba la fotografía de su señora madre que había sido localizada en la vía publica con un derrame cerebral. Lo que quería él era ir a verla al hospital porque estaba agonizando.
Llegó la hora destinada a la visita. Confieso que me causo simpatía aquel hombre. Saque dos billetes y se los coloque en su chaqueta, pareciera que lo había conocido siempre, antes de retirarnos pase a darle las gracias al militar amablemente me invito a sentarme y me dijo: Atanasio es un recluso ejemplar. Me dejó esta tarjeta y es una persona que pretende ayudar. Me la entrego, la introduje en mi cartera. Al salir de lecumberri respire hondo, era imponente, tétrico, me comunique con la persona de la tarjeta. Años después supe que tiempo anterior había logrado Atanasio inscribirlo en la prepa de san Ildefonso, catedral de todas las preparatorias, lo último que supe de él es que obtuvo el permiso de dos vigilantes para que fuera a ver a su madre, pero que al sepelio no le dieron oportunidad de asistir.
Cuando le dieron oportunidad ese mismo muchacho al que había ayudado lo esperaba afuera de lecumberri, el abrazo e iba a una tienda de ropa de caballero, un par de trajes, corbatas, camisas, zapatos, calcetines. Le comento que se fuera a una casa de huéspedes, que en tres días le hablara, así lo acompaño a la avenida reforma a un edifico grande de 5 pisos. Lo introdujo a uno de sus tantos departamentos y entro a una oficina diciéndole: espérame Atanasio. Cuando salió ya estaba el escritorio y su oficio del nombramiento y le dijo: Atanasio aquí te quedas. Vamos a estar en contacto. Lo anterior es a grandes rasgos el agradecimiento de un hombre al que lo quiso mucho la gente en esta entidad por sus bonhomía.
Esta es la historia para llevarles a conocer a una persona que le llamaremos Jimmy quien fuera un personaje reincidente y que es una de las experiencias vividas en mi paso por readaptación social de 1979 a 1981. Tenía un abultado expediente como si fuera un guion de aquella obra que abarco tres generaciones titulada “Lo que el viento se llevó”.
Entraba y salía Jimmy al cerezo de La Paz del cual estaba al frente nuestro amigo el capitán Fernando Gastelum Lara. Era un delincuente no peligroso: robo simple, fraudes no mayores a 2 mil pesos, incidentes callejeros, de esta forma cada dos o tres meses entraba y salía. Jamás se presentó un hecho de sangre.
Lo aconsejaba Jimmy y parecía indiferente y le decía también, nos vamos a ir pronto de aquí. ¿Es todo? Daba media vuelta y se retiraba al interior del centro.
Llega el 24 de diciembre de 1980 y como de costumbre hice un recorrido por las instalaciones. El señor director me dijo que todo estaba en calma pues días antes se había hecho un convivio con su familia, recorría mi domicilio y sonó el teléfono para informarme que había llegado la libertad de Jimmy, entonces respondí que me permitieran entregarlo en persona.
Para despedirme de Jimmy le dije: mira Jimmy, este es un mensaje de dios, precisamente ese día que recordamos el nacimiento de su hijo te dan la libertad y la oportunidad de redimirte.
No se inmuto, ni sonrió, únicamente me dijo: Maestro, présteme 200 pesos para irme en taxi a mi casa. Todavía le dije: toma, es tu aguinaldo, le desee feliz navidad. Pero no mostraba ninguna emoción, ningún sentimiento de alegría porque iba libre y el puro 24 de diciembre.
Llegando a mi domicilio después de 5 minutos sonó el teléfono, era el jefe de vigilancia:
-Profe, Jimmy ya regreso al cereso.
Se me oyó la voz decir: cabron.
Fui a llamarle la atención.
Óyeme Jimmy, no tienes quince minutos afuera y ya estás de vuelta. ¿Qué has pensado hacer de tu vida? Ya eres un hombre, son chingaderas.
Empezó a sollozar y a estremecerse. Entonces le pregunte: ¿Qué te pasa? Y me respondió: ¿usted cree que pasaría la nochi buena sin el capullo, el botete, y el nachas con barbas? (porque no se rasuraba) y el pabilo al que le gustaba quemarle las patas a Judas? Mire, aquí yo soy el Jimmy, me llevo bien con todos, les toco la lira, y estos son mis carnales, aquí estoy agusto, si me enfermo me curan, me dan de comer, si quiero trabajo y si no no, me prestan herramientas para hacer curiosidades de concha de abulón. Allá afuera no soy nadie, los que me ven me hacen el feo. Me cerró los caminos, anda vete. Iba contento corriendo hacia el interior del canal. Me quede cavilando un buen rato, según los humanistas aquel que todo l recluso que no tenga deseos de evadirse no es normal, porque la libertad la traemos implícita cuando nacemos pero aquí este es un caso de un sociópata que hay que readaptarlo pero no aquí.
Que esto sea un homenaje a los capitanes, Fernando Gastélum Lara, Sergio Aguilar lucero a la coordinadora de trabajo social Margarita Chávez viuda de Sanabria y sus colaboradores, a Ramón Benigno vargas, y personal de vigilancia, al maestro Ramón moyron , al consejo técnico interdisciplinario a los agentes especiales, Alfredo Dueñas Montes, a Manuel Sánchez Cordero, Tilo Angulo, Enrique González Rubio de la Peña, al C. Juez de distrito de la época. No podía faltar el maestro Luis Romero Delgado encargado de la terapia deportiva que obro el milagro de hacer desfilar a medio centro el 20 de noviembre en 1979 integrado por bastoneras, larrundaya , cables sinápticas, un carro alegórico con un águila cuyas alas median lado a lado 12 metros, representando las obras en el periodo del gobernador en turno, que eran la universidad, la terapia laboral, todo eso en una plataforma de un camión, una rondalla compuesta por 17 guitarras, dos requintos, un acordeón y recordando también a Roberto Galindo Domínguez que hizo un buen relevo en la subdirección de prevención social.
A doña Cloti, dueña de negocios de marisquería que cuando llovía en su rancho a los dos meses llegaba con 5 tambos de tatema.
Esto es indicativo que todos se habían puesto la camiseta. Con el primer gobernador electo por sufragio, era la evasión de la entrega y aquí queremos involucrar al Lic. Isidro Jordán Moyron que se desempeñaba como presidente del consejo tutelar para menores que dependía de nuestra institución.
Al abandonar el edificio en 1981 antes de tomar mi portafolio pedí a la guardia me permitieran ingresar y de cada caseta me iba despidiendo de los hombres que estaban en las torres de vigilancia, salí ya y dirigí la mirada hacia una parte frontal del exterior donde mande poner una leyenda que existe en un reclusorio europeo que dice: “aquí recibimos al hombre, el delito queda afuera”.
El humanismo había llegado hasta acá apoyado por un buen gobernante que siempre he dicho que lo más importante que hizo, es lo que NO hizo: no asesino, no persiguió, no acoso, no rebajo la condición ni la dignidad humana. Sencillamente Ángel Cesar.
Años después encontré a Jimmy y una señora que acompañaba a dos niños y supuse que era su familia. Jimmy señálame me dijo: mira vieja, este señor me ayudo y le conteste: ¡No, Jimmy, te ayudaste tú mismo!