1.- La historia se repite: AMLO y López de Santa Ana
2.- 16 % a las propinas.
3.- El salario se reduce.
4.- Nos llevan hacia la vorágine de la miseria.
Alguien dijo que la historia siempre se repite, durante el mandato de Antonio López de Santa Ana porque le exigió al tesorero del gobierno que aplicara otro impuesto más. El funcionario todo compungido le respondió, señor presidente: el último impuesto aplicado causó malestar entre los mexicanos. Y agregó, “ni modo que cobremos por el aire que respiramos”. López Santa Ana le dijo: ¡Ándale, vamos a cobrar medio real por ventana y un real por cada puerta!
El funcionario le dijo: señor, eso no está bien. La gente está muy pobre, hay miseria y enfermedad y siguió Santa Ana y le dijo: “tu cállate la boca”. Mira, en diecisiete años que tiene este país de vida independiente doce veces he sido presidente y no ha pasado nada.
Hoy cuando las arcas nacionales se encuentren desvencijadas y saqueadas para comprar fama y gloria viene a cuento y se puede correlacionar muy bien porque ahora se aumentó un impuesto del dieciséis porciento a las propinas que se reciben por el servicio prestado.
La propina representa el estímulo, el premio ganado por un trabajador o trabajadora que se esmera por atender con calidez y educación a los clientes. ¿Qué demonios debe andar haciendo el gobierno federal en tasajear los ingresos de estos trabajadores?
Esto es el reflejo de una juerga sin ton ni son. En magnificencias como el tren maya o el aeropuerto de Santa Lucia.
El primero, no han reparado todavía que las fuerzas zapatistas están al asecho y eso va a costar más vidas es una pandemia provocada.
Hacer obras en tiempos críticos sobre todo que afectan la vida y la salud de nuestros compatriotas se llama D-E-M-A-G-O-G-I-A y se ajusta aquello de: primero hay que comer que ser cristiano porque muerto de inanición no tenemos fuerzas y al morirnos no apoyamos.
Ojala no llegue el día que tengamos que pagar impuestos por morirnos, para abrir los ojos, por no arrojarnos a los pies de los mandamases.
Nosotros estamos de acuerdo que hay que pagar para que se presten los servicios, pero un tiempo de contingencia se debe pensar dos veces las cosas.
El salario se reduce y es el caso que muchos en el caso de los meseros muchas veces equilibran el salario mínimo con las propinas de la clientela. Hacemos hincapié, debemos contribuir para el servicio de la luz, del agua y otros aplicados por necesidad pero por propinas, es una cosa que nos indica que el tesoro nacional en 27 días lo ha puesto a temblar o de plano no saben en la que se están metiendo. Se ha iniciado un rumor muy fuerte sobre todo en el noroeste de México que puede correrse el peligro de llegar a una decisión que voltearía boca abajo todas las cosas de este país: la nacionalización de la banca, incluye ahorros de toda la vida, pequeñas y medianas fortunas no se dice que se obrarían sino que se integrarían a las manos originales, eso sí, cuando se les diera su regalada gana.
Había un humilde comerciante hace muchos años, enfrente de la capilla de San José del esterito. Llegaron inspectores de México y le empezaron a hacer cuentas cómo si fuera una tienda de altos vuelos.
Saquitos de café combate, tubos de lámpara, veladoras, venta de tractolina, en fin, puras minucias. Lo embargaron y le dijo el señor: “miren, llévense todo, nomás a mi mujer me la dejan. Únicamente del cajón me dejan cincuenta pesos, porque voy a comprar una guitarra, y me voy a ir a la punta del mogote a cantar: ¡me importa madre!