1.- Jueves de leyenda.
2.- Se relata en un escenario árabe.
3.- Una ingratitud cobrada por el karma.
4.- así para con los ingratos y mal agradecidos.
Un libro obsequiado por mi tío Luis Salas Solersi, un libre pensador sin tacha dejo una positiva huella en mis lecturas. La leyenda trata de un rey árabe que poseía una inmensa fortuna y obviamente poder. Un grupo de personas que fungían como sus asesores cuando les preguntaba su opinión sobre su cometido se daban los siguientes términos.
-¿Qué se dice de mi entre mis súbditos de mi reino?
– Todos se expresan muy bien de ti, que eres noble y bueno.
De ese tenor eran todas las respuestas. Observaba al másanciano de los consejeros y le hizo la misma pregunta. El octogenario le contestó: ¿Por qué no te convences tú mismo? Cámbiate de esa recia vestimenta y vístete con harapos, ponte tizne en la cara y que te enmarañen el pelo y metete a los villorrios, a las tabernas de mala muerte, ahí encontraras la verdad. Alistaron al monarca y estratégicamente lo encaminaron hacia los lugares indicados por el anciano. Se arrimó a una especie de barra y pidió un vaso de vino y pregunto a uno de los parroquianos su opinión sobre el rey:
-Es un desgraciado, nos sube los impuestos, no ganamos ni para comer.
-¿y tú que piensas? Le dijo al que estaba a un lado:
– es un abusivo, los guardias nos apalean a cada rato.
Eso le bastó al monarca para retornar al castillo. Llamo a todos aquellos que no le hablaban con la verdad, que no le informaban del dolor humano y en realidad los autores de todos los desacatos era la fuerza pública. Los mando decapitar y llamo al anciano y lo nombro consejero por su sabiduría. Al paso del tiempo por descuidos y malos manejos aquel poderoso monarca quedó en la pobreza y volvió a pedir consejo al anciano y ya le indico la forma en la que debía ahorrar y que los pilones estuvieran llenos de grano para que pudiera dar de comer al súbdito y al pueblo, que comerciara las materias primas hasta que llegara el momento de volver a conseguir el poder y la fortuna. Todo parecía ir en calma hasta que llegaron un grupo de extranjeros y al ver las consideraciones que le tenían al consejero tejieron el fino hilo de la intriga al grado tal que obligo a abandonar el palacio a aquel hombre que Una noche que parecían estar desencadenados los elementos entre truenos y un frio espantoso oyeron golpes en la puerta principal del palacio. Era tal el escándalo que el rey pregunto qué pasaba y le comentaron que se trataba de aquel anciano que clamaba por un plato de sopa caliente y un rincón en los perímetros del palacio. Entonces en un acto de soberbia grito: ¡que se lo echen a los perros!
Al día siguiente fue a ver, se encontraron unos despojos desgarrado, mordisqueado y parecía que los ojos del muerto lo miraban fijamente perdonando su ingratitud.
Cuenta la leyenda que en este momento sintió un frio espantoso en los huesos del monarca al grado tal que pedía que lo taparan con las pieles más finas pero el cuerpo no se le calentaba, después pidió que quemaran pieles a su alrededor, que lo incineraran por el frio, y por ultima voluntad pidió que lo enterraran en medio del desierto para que las arenas calcinantes lo calentaran.
El desenlace fue que a medida que avanzaba el movimiento aparente del sol se movía una nubecita para impedir que los rayos del sol llegaran hasta donde estaba enterrado un sujeto maldito. Este es el camino que les aguarda que hoy siendo carniceros serán las reses de mañana.