Porque se le llama el perro oficio al periodismo
Hay varias apreciaciones sobre el particular
Se nos ve como bichos raros
Por: Alfredo González González
El despectivo es el de “chayoteros”, como el que grita en estado etílico. Grita con o sin razón que son asesinos de niños, lo único inconveniente es que no alinea y toda la pluma para estamparlo pues ese es la esencia del valor civil. No se mete al combate. Recuerdo que cuando Leonel, nomina en mano paso a degüello a los priistas sin importarle si había hecho un papel positivo en su desempeño.
Este tipo de personas se camuflaron muy bien. Conozco a más de uno,pero no va a ser en los cafés, ni en los bares, ni en la soledad donde se destape las cloacas sino entrando de frente amparados por la carta federal. Pero es demasiado pedirles a quienes han vivido de los sistemas y hoy levantan la voz por las cuestiones que se están viendo en el panorama, pero más validez tendría si cuestionaran y firmaran con valor civil lo que no se animan a decirles. Y esto decepciona, porque hay muchos que se juegan el pellejo. En tres años han muerto sesenta y pico periodistas y no fue por recetas de cocina.
Gabriel García Márquez célebre escritor decía: “aunque se sufre como un perro, no hay mejor oficio que el periodista”. En monterrey hay un primerísimo lugar y establece un pensamiento si el periodismo muere, también fallece la libertad. Momentos cruciales porque podemos decir lo que acontece, pero respetando los lineamientos del sexto y séptimo constitucional.
De periodismo habría mucho de que hablar, nos llaman chayoteros en forma ofensiva porque se trata de buscar o aumentar el ingreso sobre todo cuando la inflación empieza a amenazar, pero tendremos que repetirlo, hay quienes podrán tener razones o sin razones para cuestionar la política pública, lo único es que no hay la determinación de hacerlo. En mis más de ocho décadas de existencia he conocido diversos periodistas. Todos ellos en mi entidad nativa donde ha habido esfuerzos jalonados y la letra impresa se ha tenido que montar con tenacidad.
También conocí a un periodista que empezó de niño como tipógrafo aprendiz con don Nacho Bañuelos en el eco de california, el señor Rogelio Olachea Arriola que amo tanto al periodismo que hizo un periodiquito a mano con papel de estraza que lo vendía a un centavo el ejemplar. Se desempeño en el periódico: Baja California de don Jorge Carrillo y en las ultimas noticias de Arturo Sotelo y Canett, entre sus columnas recordamos “sobre el rodillo del rémington, periodismo dinámico, se retiro casi a los 65 años de escribir. A la fecha y sin que esto sea peyorativo para nadie no ha existido un solo certamen que lleve ese nombre y esto solamente tiene un nombre: ingratitud. Conocí a don Porfirio C. Avena que compartía un medio informativo semanal picoso llamado: “el chile”.
Cuando fuimos a sepultar a Rogelio y le canto a este pueblo a través de una composición llamada: rinconcito paceño y algunas otras cosas del género de cuento, únicamente fuimos catorce personas a despedirlo. Cuando abandonamos el cementerio me dijo un amigo mío: ahora ya sabes porque se le llama el perro oficio.
El arquetipo del periodismo en México fue con Francisco Zarco Mateos, un hombre que en forma sencilla establecía la equidad periodística. Si la fusión publica realizaba una buena labor no se debería de tener empacho en decirlo, pero si lo había mal también habría que expresar.
Reconocer lo bueno le da al periodista el apoyo de la opinión publica y si es capaz de hacer eso, también tendrá credibilidad cuando hable de lo negativo.
Uno de los grandes periodistas en nuestro país que han existido muchos fue el señor Julio Scherer quien se hizo cargo del periódico Excelsior que había fundado don Rafael Alducín en el año de 1917, Scherer se hizo a cargo de 1968 a 1976 y con una visión eminentemente social convirtió el medio informativo en una cooperativa para favorecer a los trabajadores, esto es, columnistas, reporteros, editorialistas, y todo aquel trabajador en las maquinas, el periódico se perfilo como uno de los mejores, certero en apreciaciones, lo que no le pareció a Luis Echeverría Álvarez, que era presidente de la república, se abrió una especie de intriga y hubo un emplazamiento por un grupo de trabajadores que traicionaron al connotado periodista. Scherer tenia necesidad que le dieran al menos de dos a tres horas para hacer una aportación de pruebas y eso solamente lo podía lograr el ejecutivo federal de aquellos tiempos. Se hizo acompañar de un funcionario de Excelsior, llegaron a palacio nacional y se dirigieron al secretario particular. Explicó que necesitaba un par de minutos para hablar con don Luis. La respuesta es: “la agenda, don julio, la agenda”. Le dijo: dígale que si no le voy a quitar más de dos minutos y la respuesta seguía siendo la misma:” dice el señor que no puede alterar la agenda”:
Entonces don Julio Scherer le externo: “dígale a Echeverría que vaya y chingue a su madre junto con usted”.
Posteriormente Scherer dirigió proceso, milenio, y otras de peso especifico a nivel nacional. Nunca hubo reclamo para Scherer con la despedida que le dio a Luis Echeverría.