En Memoria de Alfredo González González
Por: Ing. Alfredo González Jr.
Todavía lo recuerdo, eran las 5 de la mañana y yo despertando de un sueño placentero, empiezo a arreglarme para ir a la casa de mis padres. Muchos pensarán, que temprano es como para ir a molestar a tus padres, pero les aseguro que mi papá ya estaba despierto escribiendo su columna con su café y dispuesto de hablarte de cualquier tema, de los cuales, el más enfático era el de la política nacional.
Bueno, ya eran las 6 am y a veces hasta antes cuando yo llegaba a verlo y me habría la puerta y ya sentarnos en la mesa del comedor a platicar, reíamos y tomábamos café. Todavía recuerdo cuando llegaba a conclusiones que para mi eran difíciles de entender, y yo le preguntaba:
Y él contestaba:
Y si, curiosamente lo que el pensaba, salía cierto.
Esa es una parte de tantos recuerdos que tengo de él. Uno de ellos es que fue un excelente padre en mis diferentes etapas de vida, siempre cuidaba el no meterse en nuestras decisiones al menos que fueran perjudiciales para nosotros y hasta creo que fui con él un poco duro, pero bueno a veces los hijos somos injustos con nuestros padres.
Nunca pude decir ¿Dónde estas papá? Poque siempre estuvo ahí, aprendí de el, la lucha social y el periodismo de los cuales solo dedico parte de mi tiempo al segundo.
Cuando me tocaba escribir el daba el visto bueno y cuando salía cualquier otro trabajo que ameritaba redacción y expresión de ideas, el las evaluaba para darme su punto de vista.
Recuerdo que en una etapa muy difícil de mi vida él consiguió un carro de medio uso para que me llevaran a Cabo San Lucas cada determinado tiempo para ver a mi hijo, el siempre pensando en sus hijos.
Y lo sigo recordando, no era muy expresivo en cuanto a los sentimientos, será que su educación fue dura y difícil, pero también lo hicieron el hombre que fue, un hombre honorable, recto, temeroso de Dios, apartado de los males de este mundo y aunque no era perfecto siempre trataba de ser mejor cada día. Nunca, pero nunca, aunque pasara por situaciones difíciles, se quejó, ni dejó que esas situaciones llenaran de una vibra pesada la casa, en ningún momento.
Hablar de él sería extender este artículo varias hojas, pero lo último que diré es que, cuando me enteré que no le quedaba mucho de vida, me acerqué a él y le dije:
Y pues todas las noches iba a darle su beso en la frente y a desearle las buenas noches con cariño y a decirle que lo amaba.
Lo último fue, que él, estando en el hospital, le hice una llamada por celular para orar por él y que, a través de esta oración, entregara su vida a cristo. Y lo hizo sin dudarlo.
Lo último que le dije fue:
Nunca le tuve lástima, ya que lo hubiera ofendido. A los guerreros los ofendes cuando los subestimas.
Desde este espacio y donde quiera que estes Papá quiero decirte que lo hiciste bien y que tu vida fue excepcional y única. Gracias por todo.
Termino con tu frase que siempre me decías cuando andabas inspirado.
¡Para siempre jamás!
Profr. Alfredo González González