Por: Lic. Francisco Javier Angeles Villarreal
La prisión es un resultado por la comisión de un delito, y se busca enviar un mensaje a la sociedad para que se abstengan de cometer conductas delictivas, además reinsertar nuevamente en la sociedad a quien quebranto la norma penal, es decir, la persona en prisión deberá recibir un tratamiento especial con lo establecido por las Reglas Mínimas (regla 66) con respeto a sus derechos fundamentales, tal como lo menciona el artículo 18 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Ciertamente las únicas personas que sean imputables son quienes podrán encontrarse en un Centro Penitenciario, después de un proceso penal y una condena que declaren su responsabilidad penal, en otras palabras, ninguna persona con enfermedad mental deberá encontrarse en prisión, resultaría un exceso mantener recluido a una persona con una discapacidad mental, toda vez que no comprendería la norma y los fines de la pena. No es viable mantener a personas de esa índole encerrados, sin tratamiento psiquiátrico, a ellos debe aplicárseles una medida de seguridad, un internamiento en un Centro Psiquiátrico y otorgarles un tratamiento personal de urgencia.
No obstante, un enfermo mental que de comisión a un delito, no se traduce en impunidad, sino, a una debida aplicación de una medida de seguridad hacia el inimputable. Actualmente existen casos preocupantes de esa índole en Centros Penitenciarios de nuestro Estado, viven personas con enfermedades mentales en un encierro de años, algunos de ellos se encuentran desnudos completamente en las celdas, ausentes de visitas, carecen de lo más básico que necesita una persona en esas condiciones, solamente tienen un médico psiquiatra y algunos de ellos no reciben medicamento para la enfermedad que padecen.
La autoridad penitenciaria omite brindarles un tratamiento profesional, es un tema que ha venido sucediendo desde hace bastantes años y parece no tener rumbo la situación de los enfermos mentales que viven inhumanamente en una cárcel con hacinamiento y malos tratos.
El Estado Mexicano enfrenta un reto hacia este tema tan sensible y humanitario, no podemos continuar permitiendo abusos desmedidos hacia los derechos fundamentales de personas privadas de su libertad, el trato que deben recibir debe ser un trato humano, profesional, personalizado, son personas que en determinado momento se equivocaron o quizá inocentes, son seres humanos, no cosas para tratarlos inhumanamente.
El fin de la pena es que el recluso salga a la sociedad y tenga una vida sin delitos; la Autoridad Penitenciaria debe procurar trabajar con seriedad en evitar una reincidencia.
El Juez de Vigilancia Penitenciaria, o el Juez de Ejecución de Sanciones y Medidas de Seguridad debe vigilar constantemente como se ejecuta la pena, procurar recorrer todo el Centro Penitenciario para evitar que existan abusos a los derechos humanos de los reclusos, recibir quejas, entrevistarse con las personas, asegurarse de que no existan personas con enfermedades mentales en una celda, de ser así, inmediatamente iniciar procedimiento para enviarlos a un Centro Psiquiátrico en aras de que no se les cause más daño a su integridad personal y dignidad humana; el Juez de Ejecución debe señalar los errores o posibles mejoras que deban realizarse al interior del Centro Penitenciario, no debemos concebir tener a un Juez pasivo, inquisitivo, con prejuicios o alejado de la realidad. Los derechos humanos no son negociables.
Actualmente la visión del Juzgador ha ido cambiando poco a poco, transformándose en jueces modernos con una visión garantista y protector de derechos humanos.
En definitiva, necesitamos reforzar la atención hacia los Centros Penitenciarios, realizar exámenes de las personas que conforman la estructura penitenciaria, evaluar si reúnen el perfil idóneo, procesar a quienes violenten derechos humanos dentro de una prisión, iniciar áreas de estudio, áreas donde practiquen deporte, mejorar las instalaciones para que reciban visitas, implementar una biblioteca para los reclusos, aulas de computación con internet, construir una alberca para que comiencen en actividades de natación, construir nuevos dormitorios con camas dignas y sus sanitarios limpios, construir un Teatro dentro de la prisión, evitar que los Agentes Penitenciarios porten armas de fuego dentro del penal y lo más importante, tratarlos siempre con respeto, como personas, no como objetos.
El tema es cultural, debemos comenzar y que no se traduzca en algo imposible, finalmente el Estado invierte bastante recurso mensualmente en mantener a personas en prisión y no lograr el objetivo de reinserción social resulta caminar en un callejón sin salida.
FRANCISCO JAVIER ANGELES VILLARREAL
Abogado
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