Se nos ha dicho hasta el cansancio, que los diversos impuestos que eventualmente pagamos los mexicanos en condiciones de hacerlo, tanto a la federación, estado o municipio, son para aplicarse en la ampliación de los servicios educativos, los sistemas de salud, construcción de carreteras, electrificación del país, otorgar seguridad a toda la población, recreación y fortalecer la economía de todos, entre otros servicios.
Sin embargo, una gran cantidad de contribuyentes estiman que gran parte de estos recursos no van a parar al cumplimiento de sus objetivos principales y que la corrupción se ha convertido en el principal depredador de los mismos.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público, nos quiso dar un respiro, y al inicio de año anunció que cuando menos este 2015 no se incrementaría ningún impuesto ni se crearía otro, pero por ahí saco de la manga una ley secundaria y ya dio a conocer que a partir del primero de julio estaremos pagando el 16 por ciento de impuesto en la compra de Comida Rápida, es decir: nachos, gorditas, tortas, baguette, pizzas, quesadillas, burritos, empanadas, tamales, sandwiches, flautas, suchi y hot dogs entre otros y aplicable en tiendas de auto servicio.
Sin duda que será un nuevo golpe a la economía de todos los mexicanos, pues todos, en mayor o menor intensidad, ocupamos de este mercado.
Esto me recuerda una anécdota de uno de los tantos emperadores de la Antigua Roma que basaba su fuerza en sus grandes y capacitados ejércitos, que por cierto costaban un mundo de dinero y la única manera de poder sacarlos era a través de los impuestos que aplicaban, sobre todo a los pueblos que caían bajo su imperial dominio. La antigua ciudad de Roma se fundó 735 años de la época de Cristo, y en el trascurso de los años, fue Monarquía, República y finalmente Imperio. Los impuestos los destinaba al mantenimiento de sus implacables ejércitos, a mantener el orden y la prosperidad. En la etapa de César Augusto lo convierte en Imperio muy cerca de la época de Cristo.
Su fuerza militar recaía en sus Legiones, y cada una de ellas se componía por 6 mil soldados.
Así que cada nueva Legión, para sostenerla requería de más dinero que solamente los impuestos lo daban.
Uno de esos emperadores no se tentaba el alma para aplicarlos y luego enviaba a sus espías para que le reportaran el comportamiento ciudadano.
Una vez les anunció un nuevo gravamen a los comerciantes que movían sus mercancías por mar e inmediatamente mandó a sus sensores.
Cuando regresó el reporte que le dieron era que los comerciantes y los ciudadanos estaban disgustados por el nuevo impuesto.
– Bueno, están disgustados solamente, quiere decir que van a pagar. Así déjenlo.
Luego, una nueva Legión y otro impuesto. Esta vez para todos los que tuvieran un equino. Y con el nuevo impuesto salen sus comunicadores.
Cuando regresan, le dicen que el pueblo ahora si está enojado, casi al punto del desbordamiento.
– Bien, si están muy enojados lo van a pagar. Adelante con él.
Al poco tiempo, una nueva Legión lo obliga a la aplicación de un nuevo impuesto.
Esta vez a los que tengan una Oveja. Y al aplicarlo, sus aliados cuando regresan le dijeron:- Señor Emperador, algo raro está pasando, todos se están riendo.
– Quiere decir que no lo van a pagar. Eliminen ese impuesto..
No sé si el Presidente Enrique Peña Nieto haga lo mismo, pero si no, un buen día se va a encontrar con la sorpresa que el pueblo está retorcido de la risa.